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Sacerdote español llevó restos de Ojeda a Venezuela en forma clandestina

Sacerdote español llevó restos de Ojeda a Venezuela en forma clandestina

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El padre español Fernando Campo del Pozo, quien fuera párroco de una iglesia de la Ciudad de Ojeda, se llevó a Venezuela, sin autorización del Gobierno dominicano y en forma clandestina, la urna con los restos del conquistador español, que se encontraba en una cripta en las Ruinas de San Francisco.

El periodista Alberto Vázquez Figueroa, del diario La Vanguardia de Barcelona, desentrañó el misterio de la desaparición de las cenizas de Ojeda.

Vázquez Figueroa fue enviado por su medio a República Dominicana a cubrir la Revolución de Abril, en 1965.
“El primer día de mi estancia en Santo Domingo acudí a visitar la tumba de mi admirado Alonso de Ojeda y, aunque nunca he sido religioso, cumplí su deseo de interceder por sus pecados”, dijo.

Posteriormente, enterado de la desaparición de los restos, tras aquella visita y de haber recibido la información de que estaban en Venezuela, Vázquez Figueroa contactó al periodista venezolano Manuel Arends, de Ciudad Ojeda.

Vázquez Figueroa dice que Arends, el escultor Johnny Rincón, el cronista Marcelo Morán y el escritor Edinson Martínez se dieron a la tarea de reivindicar la memoria de Ojeda ante otra evidencia que “consideraron un nexo indisoluble con estas tierras: Isabel, su esposa, era una indígena wayuu, nativa de lo que hoy se conoce como los palafitos de Santa Rosa de Agua de Maracaibo, y fue la primera americana en casarse bajo las leyes españolas con un europeo”.

Manuel Arends le dijo a Vázquez Figueroa que conversó con el sacerdote Campo del Pozo sobre el tema por teléfono y éste le relató toda la historia.

“Campos del Pozo había logrado extraer los restos de Ojeda y su esposa de las ruinas del monasterio San Francisco, ubicado en el centro histórico de Santo Domingo, República Dominicana, que había sido saqueado durante la guerra civil que siguió al asesinato del dictador Rafael Leónidas “Chapita” Trujillo”, narró.

Esta versión confirma la precisión del autor de que los restos fueron sacados sin la autorización oficial dominicana.
Hay que aclarar que las ruinas de San Francisco no fueron saqueadas en ningún momento y que por el contrario durante la Revolución de Abril de 1965 el complejo fue protegido por el comando del Movimiento Popular Dominicano (MPD) que se encontraba al lado, en el Liceo Argentina.

Los restos de Ojeda fueron extraídos luego de haber finalizado la guerra patria, ya instalado en el país el gobierno provisional del doctor Héctor García Godoy. El cura aprovechó la situación de crisis política por aquel conflicto para cargar con estos históricos restos.

El periodista Arends dice que los restos de Ojeda llegaron a Venezuela en 1982 y que contó con el aval del Episcopado y la Cancillería durante el gobierno de Luis Herrera Campins. Sin embargo, no explica donde permaneció la urna desde el 1965 hasta 1982 o sea durante 17 años.

“Fue una victoria íntima- dice Vásquez Figueroa- y que no se rodeó de epopeya alguna. El Gobierno dominicano había negado antes una solicitud de repatriación de los restos en 1942 y 1949 y con ello frustró la idea de refrendar la fundación de la ciudad, a cargo del presidente Eleazar López Contreras el 13 de diciembre de 1939 luego del incendio de Lagunillas de Agua, con los restos del español que le dio el nombre”.

Arends le dijo a Vázquez Figuerao que mucho tuvo que bregar Campo del Pozo para lograr la repatriación. “Al constatar que la iglesia San Francisco estaba en ruinas decidió, aprovechando sus conocimientos de arqueología, recoger parte de los restos de ambas tumbas, específicamente 900 gramos, hacer las notarías correspondientes ante instituciones oficiales y eclesiásticas de República Dominicana y traerlas a Venezuela”.

Preciso es aclarar que no es posible con el simple hecho de llenar notorías llevarse del país una reliquia histórica que es un patrimonio cultural.

“Tomé tierra del osario de la cripta con posibles restos del capitán Alonso de Ojeda y de su esposa Isabel. Se tomó también algo de tierra del pórtico y algunos trozos de lápida que cubrió la tumba. Este material se introdujo en un sobre grande que cerré y precinté colocando mi firma como sacerdote y abogado venezolano”, le contó el cura Campo del Pozo al periodista Arends.

Afirma Arends que “en este último párrafo me llama la atención con un fragmento del texto del BAGN que dice así: “Una vez extraídos la urna contentiva de los restos y los dos fragmentos de la lápida antigua…” , haciendo referencia a esos fragmentos de lápida antigua. Quizás ahí este la clave para comprobar la veracidad de toda esta historia”.

Cuenta que los restos llegaron a Ciudad Ojeda el 22 de junio de 1982 y fueron entregados al presidente del Concejo municipal Dr. Alirio Figueroa Zabala, quien, a petición del padre, vertió el contenido en un cofre, que “luego fue sellado y precintado con el tricolor patrio y bendecido con las aguas del Lago de Maracaibo bajo los oficios del Monseñor Ramírez Roa, obispo de Cabimas”.

Revela que los restos de Ojeda permanecieron 33 años en la oficina del cronista de Ciudad Ojeda, Omar Bracho hasta diciembre de 2004 cuando el Cabildo de esa ciudad le erigió un monumento.