Hace mucho se viene haciendo trampa a los clientes de la Lotería Nacional, atropellando el noble objetivo de su filántropo fundador en el año 1882. Todavía hay prófugos de la justicia y fichados por la PN y por la sociedad por fraudes cometidos en esa entidad creada pensando en los más necesitados. Hay viejos fraudes de menor cuantía que el más reciente, pero igualmente ilícitos, maquiavélicos y perversos.
Gracia que el actual Ministerio Publico y el gobierno no privilegian delincuentes, pues se castigan atendiendo a la Constitución y a las leyes. A ese Ministerio Público hay que apoyarlo. Observemos que al suspendido administrador de esa lotería tramposa no le valió etiquetarse como el ángel más honesto del universo, pues tendrá que probar en la justicia que es inocente.
Este acto de corrupción tiene notoria incidencia contra los más pobres, que son los que más juegan en busca de mejorar sus carencias económicas; gentes que aspiran sacarse dos o tres mil pesos para resolver problemitas puntuales sin imaginarse la existencia de vándalos en el seno de la misma lotería planificando su extorsión o cualquier modalidad de engaño en su contra.
Buena medida preventiva, inclusive la de el no vidente que conscientemente alquiló su supuesta seriedad para participar en un acto indigno y corrupto. El actual administrador de la Lotería Nacional, considerado serio e incorruptible tiene en sus funciones la de blindar los sorteos de tal forma que otro acto perverso y delictivo como este no ocurra por lo menos en su gestión. Bueno sería que la supuesta manipulación de los bolos que se hace en los sorteos sea cambiado por un sistema totalmente automatizado.
Ahora que la lotería está administrada por un probado ciudadano, debemos apoyar las medidas que tome para limpiar y blindar esa entidad por los daños que arrastro hasta poner al desnudo a los supuestos mafiosos que efectuaron un gran fraude en perjuicio de jugadores y dueños de bancas. La aspiración es, que si esa lotería no puede ser saneada, se suprima; y que no haya tantas bancas de lotería donde los más pobres juegan por necesidad y pierden por obligación. Queda claro, que de no actualizar el manejo de los bolos, esa lotería continuara siendo una fuente de corrupción y de frustración para sus jugadores.
Por: Lic. Santiago Martínez