Editorial

Sedimento

Sedimento

El sistema democrático ha sido el más afectado con los inesperados pactos políticos y las denuncias de corrupción que han matizado el proceso para permitir la reelección presidencial a través de la reforma constitucional aprobada el pasado sábado.

Todavía en la celebración de la Asamblea Nacional Revisora, en la que el proyecto fue aprobado en primera lectura, llovían afirmaciones sobre arreglos espurios a que se habría llegado para alcanzar el voto favorable de las dos terceras partes de los asambleístas.

Si el sistema de partidos era cuestionado, con el sedimento que ha dejado ahora está más desacreditado. Tres de las principales formaciones, que en el pasado no encontraron la manera de ponerse de acuerdo para reformas que amplían las libertades y fortalezcan el sistema político, pudieron deponer sus diferencias, si era que las tenían, para respaldar la reelección a cambio, como ha trascendido, de una cuota de poder.

El asambleísta Jorge Frías, del Partido Revolucionario Moderno (PRM) reveló que a él no solo trataron de sobornarlo, sino que emplazó al procurador general de la República a que lo cite para darle los nombres de los involucrados en lo que definió como dolo en el proceso. Previamente el vocero de su partido, Nelson Arroyo, había declarado que la reforma no tiene nada ético y moral.

En el calor de los debates, la diputada Minou Tavárez Mirabal intervino para solicitar a la Asamblea que abriera una investigación sobre las denuncias de corrupción. Tras un señalamiento del vicepresidente de la Asamblea y presidente de la Cámara de Diputados, Abel Martínez, la legisladora le reclamó que convoque la Comisión de Etica y pidió al procurador Francisco Domínguez Brito “que no deje pasar por alto estos hechos, porque saldrán muchas cosas”.

Lo atropellante del proceso también conspira contra la transparencia. Tras superarse los conflictos internos que en torno al proyecto habían surgido en el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), la reforma ha sido acelerada como “caña pa’l ingenio”. De ahí que haya quedado tanto sedimento que hoy representa una mancha para el liderazgo político.

El Nacional

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