Nuestro modo de vida constituye la mayor garantía de seguridad y cuidado. Personal y colectivo. De manera que la producción, uso y aprovechamiento de los recursos que necesitamos y demandamos determinan las garantías y riesgos asumidos en nuestra cotidianidad, lo cual comprende el ámbito familiar, social y laborar en que nos desenvolvemos.
De ahí la importancia de tomar en cuenta y racionalizar los hábitos de consumo, las fuentes de diversión y prioridades en los requerimientos de transporte, formación, alimentación, salud y educación. Todo esto nos lleva a reconocer que la tarea de lograr una mayor seguridad para todos, tiene mucho que con nosotros mismos.
Podemos comenzar por adoptar hábitos de consumo en los que utilicemos medios de pagos digitales o con tarjetas, lo cual nos permite andar y usar la menor cantidad de efectivos posibles.
Tomar en cuenta los hábitos de consumo
Procurar utilizar servidos de salud, educación y alimentación en la misma vecindad o sector donde residimos y nos desenvolvemos. Recreando así una vida parroquial que nos conduzcan a una convivencia sana y plena.
El colectivo es un medio seguro y económico de transporte que debemos constituir a fortalecen en la medida en que le demos un mayor uso y aprovechamiento.
Es encomiable y merece el reconocimiento y apoyo de toda la población, el esfuerzo del gobierno por ampliar y mejorar los recursos de transporte colectivo, como el Metro, los autobuses urbanos e interurbanos de la OMSA, así como los sistemas teleféricos en operación y en desarrollo.
Para que estas ideas sean aplicadas y aprovechadas, es pertinente que el sector privado y la comunidad o sociedad civil compartan con el Estado el compromiso de garantizar y fortalecer la seguridad ciudadana.
Conscientes, por supuesto, de que nada agrega más valor al trabajo, a la propiedad y a la calidad de vida, que la confianza, la tranquilidad y la seguridad.