Fueron días felices. Fidelio y yo armábamos el Centenario de Julia de Burgos en nuestro país, poeta estandarte de la lucha anticolonial (Puerto Rico es la única colonia de los Estados Unidos que aún permanece) y además una luchadora contra la dictadura de Trujillo en el exilio y compañera amorosa de un dominicano: Juan Isidro Jimenes Grullón.
Dado que nunca pudo venir, el Comité del Centenario en Puerto Rico decidió iniciar las actvidades aquí, como manera de rendirle tributo a quien tanto luchara por nuestra libertad, y con Grisell Merced acordamos que una delegación de julianos viniera al país a un seminario en la Biblioteca Nacional y una serie de actividades que incluyeron al Centro Cultural Perelló de Baní, el Centro León de Santiago y desde luego la colocación de un busto de Julia en el parquecito Pellerano Castro, donde nunca se le ha instalado un busto al poeta y a nadie había parecido importarle, hasta Julia.
Elegimos ese parquecito porque está en la conjunción del Río Ozama con el Mar, y queríamos que Julia, criatura del agua, pudiese estar justo ahi, mirando hacia su isla, oteando nuevos horizontes de libertad.
Para el busto elegimos a René Guzmán, un joven escultor que se enamoró de una foto de Julia cuando tenía 20 años. El propuso que la montáramos en corales, y la diseñó emergiendo de entre las olas. Y todo lo hizo de manera honorífica, por amor y apoyo al Centenario.
El General Gilberto Núñez nos donó la placa.
Faltaban las piedras de coral, así es que Fidelio y yo hablamos con Manolo, su hijo, que habita en Punta Cana y este nos refirió a una playa desierta donde las había. Hacia allá nos fuimos, las elegimos y contratamos un camión para poderlas transportar al parquecito, donde luego hubo que buscar una brigada que las desmontara y colocara, para instalar en ellas el busto de Julia.
La Junta de Vecinos, amorosamente la adoptó, y la Asociación de propietarios de la Zona Colonial, asumió pintar el parque y reforestarlo con plantas endémicas.
Pronto el parque se convirtió en centro de bautizos, bodas cumpleaños y las ferias del libro de Miguelin Mena y recuperó su espacio de parque, no de guarida de ladronzuelos y drogadictos de crack, como el que luego le sacó los ojos a Julia, le rompió boca y nariz y la ahorcó.
Hoy buscamos el dinero que el Ayuntamiento y Patrimonio no han podido conseguir para restaurar el busto: seis mil dólares, ínfima suma si se piensa que aqui un musical puede llegar a costar cuarenta millones y 70, según la maledicencia.
Desagraviemos a Julia y Borinquen, donen: info@anticanon.com, c/o Lauristel