Este Domingo de Ramos se inicia la Semana Santa, durante la cual se conmemora con diversas actividades y manifestaciones religiosas la pasión, muerte y resurrección de Jesús, aunque ese periodo señalado para penitencia, oración y reflexión es aprovechado por muchos para soltar amarras al desenfreno.
Inmensa muchedumbre se desparrama hacia playas, ríos, montañas o cualquier lugar que sirva de buen escenario para la diversión, descanso, donde muchos dan rienda suelta a la gula, pecado capital que se refiera a comer y beber en exceso.
Se resalta que en la Semana Mayor muchos moros y cristianos retornan a las iglesias para participar en la eucaristía, recreación de la crucifixión y en la Vigilia Pascual por la Resurrección, mientras otros muchos ciudadanos prefieren redescubrir la belleza de las ciudades desalojadas por el éxodo.
El Centro de Operaciones de Emergencia (COE) pone a disposición de la prevención y solidaridad más de 41 mil brigadistas, en un vasto operativo “por la prudencia y los valores”, que procura al menos disminuir los accidentes que causan muertos y heridos.
Ese plan preventivo dispondrá además de 130 ambulancias, seis hospitales móviles, tres helicópteros, diez consultorios, 20 puestos de grúas, así como personal médico, paramédicos y socorristas diseminados por todas las carreteras, playas, ríos y montañas.
Ante un esfuerzo de esa magnitud encaminado a prevenir accidentes y salvar vidas, lo menos que les corresponde a los vacacionistas es exhibir prudencia, sensatez, cordura, moderación, observancia de la ley y a los demás, porque 41,050 personas tienen el noble gesto de apartarse de los suyos para servir a los demás.
Este periodo, que será de asueto laboral a partir del jueves, debería servir como manso espacio de reflexión para gobernantes y gobernados, compelidos a rogar al Altísimo que ampare a la nación ante problemas mayores que la aquejan y que confiera al liderazgo nacional suficiente sabiduría y responsabilidad para encontrar luz al final del túnel, porque los dominicanos anhelan y merecen vivir bajo el cobijo de una auténtica justicia social.
Cada ciudadano es responsable de sus propios actos, por lo que quien infringe la ley penal, de tránsito, municipal o cualquier otra normativa, se convierte en reo de la justicia, razón por la cual se aconseja buen comportamiento en Semana Santa, toda vez que las cárceles están disponibles para albergar a infractores.