Serán sepultados esta tarde los restos del sacerdote Román Miguel Jáquez Adames, capellán del Ejército Nacional, quien durante varios días estuvo aquejado de problemas de salud y falleció la noche de ayer viernes
Con profundo dolor elevo mis oraciones por el fallecimiento del sacerdote Padre Miguel Jáquez Adames, fiel servidor de la Iglesia Católica, Capellán Castrense del Ejército de la República Dominicana (ERD), así como apreciado amigo y maestro en el estudio del Derecho Canónico.
Sus restos son velados desde las 10:00 de esta mañana en la funeraria del Jardín Memorial, en la avenida Jacobo Majluta, en Santo Domingo Norte. Para las 3:00 de la tarde hay programada una misa de cuerpo presente, mientras que el entierro será a las 4:00.
«Me uno solidariamente a la Iglesia Católica y a sus familiares en este momento de tristeza, aferrados a la fe y a la esperanza cristiana en la promesa de la Resurrección. Que el Señor le conceda el descanso eterno y que brille para él la luz perpetua», expresa una mensaje de la pastoral castrense.
En tanto el expresidente de la República y líder del partido Fuerza del Pueblo, Leonel Fernández, lamentó esta mañana el fallecimiento del padre Román Miguel, destacando su fe inquebrantable y su servicio a la patria. Fernández resaltó la trayectoria religiosa del sacerdote y la amistad que los unía.

Fernández, a través de su cuenta en X (anteriormente Twitter), expresó: «Lamento profundamente el fallecimiento del padre Jáquez Adames, sacerdote ejemplar, amigo cercano y hombre de fe al servicio de la Patria y de las Fuerzas Armadas».
¿Quién era?
Román Miguel Jáquez Adames, ordenado sacerdote el 29 de junio de 1985 en la Parroquia Nuestra Señora de Fátima, en Bonao, por monseñor Juan Antonio Flores, dedicó su ministerio a la evangelización, la defensa de los más vulnerables y la construcción —material y espiritual— de comunidades de fe.
Desde sus primeros años como Vicario Parroquial en La Vega, Cotuí y Villa La Mata, se distinguió por su capacidad organizativa y su espíritu constructor. Remodeló templos, organizó archivos parroquiales y defendió con firmeza los derechos de campesinos y comunidades afectadas por la explotación minera, acciones que le valieron reconocimientos nacionales y el cariño del pueblo.
Sirvió como canciller de la Diócesis de La Vega, secretario personal del obispo y Vicario de la Catedral, impulsando la organización del obispado y la construcción de importantes obras pastorales. Fue párroco fundador de comunidades, promotor de la educación, la salud y el desarrollo social, y desempeñó múltiples responsabilidades diocesanas, siempre con entrega y trabajo en equipo.
En Constanza y Tireo dejó huellas imborrables por su cercanía con los productores, la promoción social y la edificación de capillas y centros comunitarios, mereciendo el título de Hijo Adoptivo de Constanza. En Cotuí, como párroco de la Inmaculada Concepción y fundador de San Jerónimo, lideró grandes proyectos pastorales y sociales, y fue reconocido como Miembro de por Vida del Consejo del ITECO.
Amplió su formación con estudios de Liturgia en Barcelona, disciplina que se convirtió en su pasión y servicio a la Iglesia. De regreso al país, asumió con alegría la parroquia del Santo Cura de Ars, en Villa Sonador, viviendo entre su gente y compartiendo su realidad, convencido de que el pastor debe caminar con sus ovejas.
El sacerdote fallecido era primo hermano del doctor Román Jáquez Liranzo, presidente de la Junta Central Electoral.

