El Estado de hoy no es el de hace 50 años, ni la sociedad tampoco. Más que hipótesis, si partimos de los desafíos del presente para analizar el futuro, no menos cierto es que hay temas de nación que ameritan una mirada diferente, pero con propósito igualitario.

El problema migratorio es uno de ellos, donde los colores partidarios deben ser olvidados, porque ahora sabemos que no está en juego quién gana, pero sí quién pierde, porque la República Dominicana es de todos, por lo que debe ser el principal objetivo a preservar cuando está en juego la soberanía.

De ahí la importancia y la valoración del llamado a diálogo hecho por el presidente Luis Abinader a los exmandatarios Hipólito Mejía, Danilo Medina y Leonel Fernández. Los tres suman 24 años de experiencia al frente de la cosa pública, siendo Leonel el que más ha gobernado, con 12.

Partiendo de ese axioma, no cabe duda de que sus aportes en cualquier escenario a favor de la patria siempre serán importantes, y más en estos momentos cruciales, donde el presidente Luis Abinader ha dejado a un lado el protagonismo que impone la banda presidencial para abrirle las puertas de la casa de gobierno a tres figuras que se sentaron en el solio presidencial antes que él.

La alfombra está tendida con los rigores de lugar para la gran cita del próximo día 14, a la cual solo ha dado señales claras de su presencia Hipólito Mejía. Danilo Medina está amagando y Leonel condicionando.

La realidad de Haití y su real amenaza para la estabilidad y la paz social de nuestra madre patria ameritan “sacrificios”, no argumentos ni condiciones, ya que cuando les tocó gobernar, ninguno tuvo la amenaza real de Haití como ocurre en estos momentos.

La experiencia no se improvisa, y más cuando se trata de gobernar. A la fecha, los dominicanos tenemos el privilegio de tener vivos a los últimos tres expresidentes de la República, por lo que no es descabellada la exclusividad que busca el presidente Luis Abinader para abordar el tema haitiano, el cual ya pasó las aguas territoriales nuestras para ser un problema regional.

En muchas democracias consolidadas, los líderes que no están en el poder juegan un rol fundamental desde lo que se conoce como “gobierno en la sombra”. No gobiernan, pero sí orientan, proponen, vigilan y corrigen.

Por: Elvis Lima

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