El 2015 que agoniza ha sido un año matizado por guerras, terrorismo, éxodos y rebrote de una crisis económica global que hace siete años se desató en Estados Unidos, pero también se ha expandido el consumismo, el afán por la abundancia y el lujo, a la par con el recrudecimiento de la miseria.
Hasta el 21 de diciembre, más de un millón de refugiados habían ingresado a Europa, de los cuales más de 900 mil solicitaron asilo político, porque huyen de la guerra y el acoso político, étnico o religioso en África y Asia, en la más grande movilización migratoria desde la Segunda Guerra Mundial.
La mayoría de esos refugiados huyen desde Siria, Afganistán, Eritrea, Irak, Somalia, Nigeria, Albania, Pakistán, Sudán, Gambia y Bangladesh, lo que ha provocado crisis en toda Europa, cuyos gobiernos no encuentran forma de afrontar tan mayúsculo éxodo.
La estructura terrorista conocida como Estado Islámico, controla amplia franja territorial en Irak y Siria y expande su influencia en otras naciones islámicas y el terror más abyecto a occidente, como los atentados en París y el derribo de un avión ruso de pasajeros en el espacio aéreo de Egipto.
El rebrote de la crisis económica agobia a las otroras economías en auge de Brasil, Rusia, China y la India y ha motivado que el Fondo Monetario reduzca las perspectivas de crecimiento de Europa y América Latina.
Puede decirse que en 2015, el mundo padeció de colapsos económicos, auge del terrorismo, cruentas guerras como las de Siria y Ucrania, éxodos migratorios y crisis moral expresadas en escándalos de corrupción que involucraron a la Federación Mundial de Fútbol, a presidentes, grandes corporaciones y hasta al Vaticano.
El papa Francisco ha denunciado que la sociedad “está ebria de consumo y de placeres, de abundancia y de lujo, de apariencia y de narcisismo”, por lo que recomienda vivir “con sencillez y sobriedad”, valores que escasean hoy en todas partes.
Los dominicanos deberían asumir previsiones para evitar el contagio por rebrote de la crisis financiera global, desalentar antivalores como “la mundanidad, la vanagloria y el exhibicionismo” y llevar un comportamiento “sobrio, sencillo y lineal”, como aconseja el papa Francisco.