El celebérrimo lingüista Noam Chomsky, de algún modo, ha rechazado la sicología conductual, y entiende que un ente que nace tan indefenso como el ser humano, por herencia evolutiva, viene al mundo con las condiciones de aprender gramática y dotado de otros aprendizajes.
En otras palabras, Chomsky le da crédito a la neurociencia. Podríamos decir que heredamos no solo los gestos de nuestros ancestros, sino, hasta sus aptitudes. Se puede decir que los cien mil millones de neuronas de nuestro complejo cerebro, no viene en tabla rasa que hay que llenar.
Sin embargo, el temperamento que heredamos es diferente al carácter formado por nuestro entorno, puede intervenir, para perturbar o fortalecer. Queremos decir que las frustraciones, avatares, prejuicios, éxitos, y demás agentes externos forman el primero, que se diferencia del temperamento que nos distingue.
Si sumamos a ello la formación en un sistema de inequidades, aparte de nuestros tropiezos, orfandades, y limitaciones, hasta los talentos se difuminan o, definitivamente, desaparecen. A todo esto se suman ciertas necesidades o precariedades que suelen obstaculizar cualquier acometida.
Partiendo de lo antes expuesto, debo desear lo mejor a mi nieta Edén. Pamela, su madre, me dijo que en estos días fue reclamada por una escuela de canto neoyorquina; ojalá las perturbaciones precitadas no trastornen su comportamiento, y atrofien su talento.
No conozco el registro ni coloratura de su voz ni qué aire musical interpreta; sin embargo espero que descuelle como se debe, y no sufra las frustraciones de su abuelo. Que logre armonizar lo rítmico de su otra ascendencia africana, y lo picante y sandunguero de la nuestra.
Ojalá nadie le diga que “perdió su tiempo”, como me dijera cuando vine a Nueva York, la desaparecida amiga Miguelina Davis (el apellido lo pronunciamos como Deivi), cantante popular fallecida en Queens, Nueva York, hace unos años; cuando coincidimos en el viaje hacia esta urbe.
En ese vuelo, también iba el también fallecido saxo barítono, a quien llamábamos “El manso”, otrora integrante el conjunto de Félix del Rosario. Luego de ponderar mis condiciones de cantor de otros tiempos, Miguelina le dijo: “, Este era una promesa, pero no quiso lanzarse”. Claro, Miguelina no sabía de algu