La crisis en las relaciones de Estados Unidos y Venezuela se ha tensado más con la decisión del presidente Donald Trump de suspender el intercambio diplomático con el Gobierno de Nicolás Maduro. Con el bombardeo de lanchas que surcan aguas venezolanas y la amenaza de Trump de atacar el narcotráfico en la nación suramericana la crisis se ha puesto al rojo vivo.
Maduro ha movilizado a militares y convocado a la milicia a prepararse para defender la patria ante una eventual incursión armada de Estados Unidos en el territorio. Con la suspensión del diálogo, a cargo del cual estaba el enviado Richard Grenell, se teme como próximo paso una escalada militar contra el narco, el denominado Tren de Aragua o el propio Gobierno.
Se habla de que el mandatario estadounidense ha sentido una creciente frustración ante el hecho de que Maduro no haya accedido a sus exigencias de abandonar el poder voluntariamente y por la desvinculación con el narcotráfico de funcionarios venezolanos. La estrategia estadounidense se visualiza por ahora en dos direcciones para atacar al gobierno de Maduro.
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Por un lado lo concerniente al narcotráfico, una atribución que ha adoptado en forma unilateral, incluso en contra de la posición de la ONU, y por la otra el interés político. Al ordenar el cese del diálogo para explorar una salida diplomática a la crisis, las tensiones se han incrementado. Por ahora solo hay muchas expectativas sobre el desenlace de una inquietante crisis.