Cual si fuera un lastre persecutorio que se opusiera a la cohesión social, económica y étnica con miras a la emancipación absoluta, las enormes discordias entre negros y mulatos en Haití, han hostigado a esa nación durante gran parte de su historia. Sus 221 años de independencia que se conmemoraronn este miércoles, estuvieron marcados por esa pugna, que fue la piedra de la discordia de aquella epopeya heroica que fascinó a la humanidad.
La independencia haitiana lograda en 1804 no resolvió la férrea división de castas de la sociedad en ese país. La abolición de la esclavitud en agosto del 1793 sacó a relucir las tenaces contradicciones entre negros y mulatos. El esclavo Toussaint Louverture, demostró una significativa rivalidad con el caudillo mulato André Rigaud, a quien el líder y estratega negro denunció por sus prejuicios raciales.
Francia, que le exigió tanto a Toussaint como a Rigaud «fidelidad» para con su «madre patria», no estaba dispuesta a perder su colonia «preferida», pues el sistema esclavista en Saint Domingue contribuía con su desarrollo, y la abastecía de muchos productos; enmarcada en esa lógica, el general Charles Leclerc (cuñado de Napoleón), los «convenció» de la «necesidad» de dicho apoyo.
Consumado el plan imperialista galo, Toussaint y Rigaud fueron apresados, muriendo el primero en el fuerte de Joux de esa patria europea, y asumiendo Dessalines, Pétion, Christophe y Boyer el cenáculo independentista.
Pasado los siglos XVIII y XIX en donde la lucha fratricida negro-mulata fue la nota dominante, la centuria del XX no fue diferente, y las rebatiñas segregacionistas continuaron sin tregua.
François Duvalier (Papa Doc) hizo su campaña a la presidencia subido sobre la ola de la negritud, y en contra de la ideología mulata, desconociendo los aportes affranchis a la historia haitiana.