Editorial

¡Trabajadores, uníos!

¡Trabajadores, uníos!

El Día Internacional del Trabajo, que se festeja hoy, sorprende a los trabajadores dominicanos en condiciones pesarosas a causa de un salario degradado que desde hace muchos años marcha a la saga del índice general de precios, por lo que en término de valor es equivalente a sal y agua.

Con un desempleo que ronda el 16% y un nivel de empleo informal superior al 50%, puede decirse que el trabajo formal va camino a convertirse en artículo de lujo, no porque el trabajador disfrute tenerlo, sino porque cada vez resulta más difícil conseguirlo.

Los gremios empresariales deben expresar absoluta voluntad para promover e impulsar un aumento general de salarios que al menos permita al trabajador recuperar el valor real de lo que recibe, porque el sueldo mínimo ya no alcanza ni para caerse muerto.

Además de los efectos de la inflación acumulada, el salario real se degrada por el uso continuo e intensivo de mano de obra extranjera a precio de vaca muerta, especialmente en la construcción, agricultura y turismo, en violación a la ley que fija una proporción en la contratación laboral de 80% en favor de trabajadores nativos.

Se pretende también modificar el Código Laboral con el aparente propósito de despojar al trabajador de conquistas heredadas de más de medio siglo, como las referidas a la cesantía, preaviso, licencia de maternidad, trabajo nocturno y jornada de 48 horas semanales.

En las sociedades modernas sustentadas en un Estado social de derecho, el empleo es sinónimo de bienestar y no de neo esclavitud, porque el trabajador no tiene la condición de esclavo, sino de generador de riquezas y consumidor que motoriza la economía.

El Gobierno está compelido a promover políticas públicas que garanticen acceso de los trabajadores y sus familias a derechos esenciales como seguridad social, vivienda, educación, seguridad ocupacional y el derecho al ocio o la diversión.

El Nacional rinde hoy tributo al trabajador dominicano y formula votos para que más temprano que tarde, el Estado y el empleador reconozcan su valor y mérito en el sustento y consolidación de la democracia y en el crecimiento y desarrollo de la economía.

El Nacional

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