Opinión Libre Pensar

Traicionar al Presidente

Traicionar al Presidente

Oscar López Reyes

(I)
El presidente de la República representa la hacienda sacrosanta (sagrada y santa) del Estado o la sociedad, y para asegurar su regencia con pulcritud y en la cohesión social ha de actuar con rectitud y solemnidad, sin ser menguado por la afectividad proveniente del compañerismo partidista, el viejo compadrazgo o la familiaridad, que han de poner a volar como las hojas del viento huracanado, especialmente en un conglomerado en el cual pululan los rufianes de toda laya, que se visten con el traje de la honestidad para traicionar al mandatario con la melodía del engaño más cruel.

La autoridad suprema de cualquier Estado ha de contar con colaboradores con lealtad e integridad (difícil de conseguir en esta ladronera), que cumplan sus funciones con capacidad de trabajo para ayudarle en los cambios, pero no amiguetes ni compinches a los que profesen aprecio y respeto, en el mando de los sentimientos más sublimes. El presidente Luis Rodolfo Abinader ha sido reiterativo en que no tiene cómplices.

En la heterogeneidad societaria y grupal, los presidentes de una nación podemos segmentarlos en tres longitudes, conforme la naturaleza socio-política del régimen: 1) El autócrata/implacable, 2) el permisivo/cómplice, y 3) el democrático/denunciativo.

El autócrata/implacable presenta como un modelo válido a Fidel Castro Ruz (1926-Cuba- 2016, partidario del socialismo puro -que se inspira en la dictadura del proletariado- y durante su gobernanza de casi 50 años fulguró como un exportador de revoluciones a países del Tercer Mundo. No dispensó indulgencia a quien le acompañó en Sierra Maestra, que culminó con la toma del poder; en Bahía de Cochino y en Playa de Girón, durante la crisis de los misiles: el general de división de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) Arnaldo Ochoa, declarado héroe de Cuba.

El general Ochoa, el coronel Antonio (Tony) de la Guardia, el mayor Amado Padrón Trujillo y el capitán Jorge Martínez Valdés fueron acusados de corrupción, tráfico de drogas y alta traición a la patria y a la revolución. El 30 de junio de 1989 durante un juicio transmitido por la televisión cubana, un tribunal los condenó a pena de muerte.

En el otro extremo se sitúa el permisivo/cómplice: Por la afectividad, Danilo Medina, presidente del PLD, autodenominada progresista y popular, se revela corrosivo en el cinismo. Presencia la sentencia a siete años de prisión de Alexis Medina, por su culpabilidad en corrupción durante el Gobierno; su cuñado Maxy Montilla devolverá más de 3 mil millones de pesos tras un acuerdo con el Ministerio Público en la Operación Antipulpo, y su jefe de seguridad, el mayor general Adams B. Cáceres Silvestre, y otros fueron arrestados por conformar otra red, en la llamada Operación Coral.