Opinión

Tres en uno: otra dominicanidad

Tres en uno: otra dominicanidad

Imponente la Gala de Ballet “Los Colores de la Danza”, con la cual el Ballet Nacional celebró sus 30 años. Un tributo al talento de su directora y de la querida Aidita Selman, una de mis actrices  favoritas. El aporte de esta gala ha sido la fusión de la plástica, la música y la danza en un espectáculo netamente dominicano que se inicia con las Mandalas del exquisito artista José Miura.  Lamentablemente, el ballet que las acompaña es aburridísimo  porque sobreabunda en la técnica de Nijinski en cuerpos aún en proceso de dominio corporal, y la música no impacta.

Maravilloso el fragmento del poema Yelidá interpretado por Lisbell Piedra y el asombroso Maykel Acosta.  Un despliegue de exquisito erotismo e impecable dominio corporal.  Perfección que se explica al saber  que la coreografía es de Veitía.

Aída Cartagena, mujer desgarrada, siempre ha pertenecido a la vanguardia.  Ya discutí una vez, durante la Feria del Libro, dedicada a su obra, con una editora que ilustró la portada de sus obras completas  con una artista convencional.  Su poema Una Mujer Está Sola es una denuncia de la dictadura de Trujillo…”y nadie dice nada de la sangre y el luto”, de ahí que su soledad trascienda la mera relación de pareja hombre mujer, y que  su obra no pueda enmarcarse dentro de lo bonito o lo elegante.  Este montaje me recordó uno de Don Quijote, con caballo y todo, donde el coreógrafo evidenció una gran ignorancia sobre el papel de Dulcinea (siempre utopía) en el imaginario del Hidalgo.

El intento más logrado de fusión danza-texto-pintura, lo logra Ureña Ribb con su obra “Fusiones de Carnaval”, pena que ese movimiento se detiene luego en la proyección de la “Serie Orgánica”, la cual permanece estática negando el primer acierto.  Aun asi, la coreografía de Elizabeth Crooke es extraordinaria, maravillosas las tres bailarinas en su sincronía y relación con Romel Frómeta, para mi el gran descubrimiento de la noche.

Caribeño y exhuberante el “Jardín Encantado” de Amaya Salazar, y de nuevo excelente coreografía de Carlos Veitía y excelente fusión de música, plástica y danza.

Y extraordinario grand final con el fragmento del poema “Paisaje con un merengue de fondo” y la obra plástica “Sinfonía en Azul” de Aquiles Azar, donde  Isadora Bruno logra una explosión de color y movimiento con toda la compañía que enloqueció al público.

Si de seleccionar un espectáculo de danza representativo de lo nacional se tratara,  esta  gala sería el ideal.  Una calurosa felicitación a  los y las artistas que participaron de esta fiesta en homenaje a tres poetas.  Poesía encarnada en un declamador, que va enlazando las piezas, como mago de una belleza que nos ha devuelto las ganas de ser eternamente jóvenes e indocumentados.

El Nacional

Es la voz de los que no tienen voz y representa los intereses de aquellos que aportan y trabajan por edificar una gran nación