A propósito de los famosos y el éxito, que traté en las dos entregas anteriores, cité el jueves pasado a cuatro mujeres de mi entorno que siendo honestas se dedicaron a levantar solas a sus hijos, y que no aparecerán en la red, pero si califican en una clasificacion coincidente:
“Estaban dos hombres platicando sobre qué es un “mujerón”. Uno de ellos la describió por los pechos, la cintura, los labios, las piernas, y el color de los ojos. Decía que un mujerón tiene que ser una rubia de 1.80 m y sonrisa perfecta.
¿Y para ti, cómo debería ser un mujerón?, interrogó a su amigo. Éste meditó unos segundos, y dijo: Es aquella que toma dos autobuses para ir a su trabajo y dos más para regresar. Que cuando llega a su casa, encuentra un cesto de ropa para lavar, los deberes de los niños para revisar y una familia hambrienta para alimentar.
Es aquella que va de madrugada a hacer cola para garantizar la inscripción de sus hijos en una buena escuela … La que regresa del supermercado con varias bolsas después de haber comparado precios y hacer malabarismos con el presupuesto.
Un “mujerón” es aquella que se depila, se pone cremas, se maquilla, hace dieta, ejercicio, usa tacones y lencería, se arregla el pelo y se perfuma, sin tener ninguna invitación para ser portada de revista, y no descuida la atención al marido.
La que lleva los hijos a la escuela y a la natación y los va a buscar, los lleva a la cama, les cuenta historias, ora con ellos, les da un beso y apaga la luz…”
Seguiré el próximo jueves 7 el que coincide en que se pondrán en circulación dos libros nuestros a las 7 de la noche en el CMD, y así podré contarles de un “Mujerón” que conocí en “El Naranjo” de Nagua, cuya vida es por mucho “algo más que salud”.