(II)
Completamos la visión de aquel que creía que la mujer es solo objeto de placer, bajo patrones culturales prejuiciados:
“… Un “mujerón” es aquella madre del adolescente que no duerme mientras éste no llega sano y salvo, y que bien temprano ya está calentando la leche y haciendo café.
La que sabe dónde está cada cosa, lo que cada hijo siente y cuál es el mejor remedio para la acidez, para los deditos magullados y para las pesadillas.
Si tienes un mujerón así, en casa, valórala, ámala y cuídala”.
Como les prometí les cuento de un “Mujerón” que conocí en “El Naranjo” de Nagua. Era 26 de julio, siempre lo tengo muy presente por mi respeto al inicio de la Revolución Cubana en el asalto al Moncada en 1953; coincide con el cumpleaños de la suegra, y de almorzar con ella, sus hijos y nietos retornaba para la capital, solo y buscando un puesto de coco de agua, y para mi suerte o desgracia, el único que encontré esta a unos 4 kilómetros antes de la autopista que termina en Las Américas.
Lo atiende una mujer robusta, cercana a los 60 años. Le compré 6 cocos y un pote de dulce de jagua. Ella, con su trabajo duro, riesgoso, de pocas ganancias y sin ningunas prestaciones es el único sostén de su familia, a la que se ha sumado su hija cancelada de un trabajo de 18 años, con los tres nietos, entre ellos JP de 14 años al que la madre sacó cargado, pues nació con daño cerebral y le gusta que lo sienten al lado de la carretera, y ahí fui que lo vi, para joderme el día, pues la abuela me dijo que no tiene acceso a medicamentos y el neurólogo que lo atiende está en San Francisco. Esa es un “Mujerón”. Todo el camino manejé con su imagen y la del niño. Me prometí ayudar. Tocaré puertas después que presente hoy mis dos libros en el CMD a las 7 de la noche.