Como si el tiempo se detuviera y un velo de luto cubriera la nación entera, la tragedia del Jet Set ha marcado un antes y un después en nuestra historia reciente.
El 8 de abril será una fecha inolvidable para el pueblo dominicano, ya que la tristeza y el dolor borraron con lágrimas, en fracciones de segundos, una historia de 50 años de alegría y diversión, marcando un hecho sin precedentes, que ya podemos bautizar como “La tragedia del siglo”. Anterior a esta, el ranking lo encabeza Vietnam, que vio morir calcinados a un centenar de ciudadanos en la sala de fiesta “Blue Disco” mientras disfrutaban de una boda en el año 2002.
El manto de misterio que de por sí envuelve la vida misma impactó con furia todos los estratos, democratizó el dolor repartiendo cuotas sin importar estatus ni clasel: empresarios, deportistas, políticos, comunicadores, artistas y demás servidores del mundo del entretenimiento.
Las muestras de solidaridad que han llegado desde cada rincón del planeta, desde mandatarios, jefes de Estado y líderes de naciones hermanas, no solo reflejan el tamaño del vacío que ha dejado esta tragedia, sino también la huella que nuestras figuras más reconocidas dejaron en el mundo. No era solo el Jet Set: eran padres, madres, hijos, profesionales, soñadores. Eran rostros que, con sus luces y sombras, representaban parte del alma nacional.
Para la muerte nunca estamos preparados, y menos para ver morir a más de 230 personas que salieron de sus hogares en busca de diversión, poniendo a prueba la capacidad de respuesta de nuestros organismos de socorro y de nuestro personal de salud en las salas de emergencia, las cuales podemos decir pasaron con notas sobresalientes, porque no solo se entregaron en cuerpo y alma a las labores de búsqueda, sino que evidenciaron amplio conocimiento del protocolo a seguir.
Si bien es cierto que esto constituye un paso de avance para la sociedad que tenemos, no menos cierto es que hay otros aspectos que debemos mirar con atención y preocupación. Las redes sociales, las cuales han puesto de manifiesto la necesidad de ser reguladas con urgencia.