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Una decisión que merece consenso

Una decisión que merece consenso

Héctor García

La prensa dominicana ha dedicado en los últimos días sus espacios más destacados a una controversia que ha captado la atención nacional: la moción aprobada en primera lectura por la Cámara de Diputados para agregar el nombre del legendario ex beisbolista Miguel Diloné al Estadio Cibao, en Santiago.

La propuesta fue presentada por el diputado Nelson Marmolejos y

respaldada por el bloque de legisladores representantes de la provincia de Santiago, logrando una aprobación unánime en esta primera instancia.

Aunque se trata técnicamente de una moción —y no de una ley— su impacto ha sido inmediato y profundo, desatando un amplio debate que ha ocupado la radio, la televisión, los periódicos impresos y, con particular intensidad, las redes sociales.

Una controversia  con raíces profundas

El Estadio Cibao no es solo un recinto deportivo, es un símbolo de identidad para toda la región norte del país, que comprende 13 provincias productoras y culturalmente diversas. Llevar el nombre de “Cibao” es una forma de rendir homenaje a una región que no sólo es cuna del béisbol profesional, sino también motor de la economía nacional.

El Cibao produce buena parte de los alimentos que consume el país

y genera divisas a través de sus exportaciones agrícolas. Es una zona de belleza natural, con ríos, mares y colinas verdes que enriquecen el turismo interno.

En ese contexto, muchos entienden que el nombre del estadio debe permanecer tal cual, como símbolo de la colectividad y no de una sola figura, por destacada que sea.

Reconocimiento merecido, pero… ¿a qué costo?

Nadie discute que Miguel Diloné es una de las figuras más emblemáticas del béisbol dominicano. Su velocidad, carisma y entrega revolucionaron el juego en su época, y su legado perdura con respeto. Sin embargo, hay quienes argumentan que si se va a considerar incluir su nombre en el estadio, se debe abrir el espacio para debatir también sobre otras figuras históricas vinculadas a las Águilas Cibaeñas y al deporte nacional, como Winston Llenas, Tony

Peña, Tony Batista, Luis Polonia, Stanley Javier, Miguel Tejada, e incluso los ex directivos Reinaldo “Pappy” Bisonó y JuanSánchez Correa.

De ahí que voces prudentes sugieran la realización de vistas públicas, en las que se escuchen las opiniones de historiadores, cronistas deportivos, dirigentes y fanáticos, antes de tomar una decisión definitiva que afecte a toda la comunidad.

El silencio elocuente de los protagonistas Mientras el debate crece, Miguel Diloné ha optado por el silencio.

También lo han hecho muchos de los otros nombres mencionados, loque podría interpretarse como una señal de respeto y sensatez en medio de una tormenta de opiniones. Ninguno ha querido alimentar la controversia, ni prestarse al juego de intereses o rivalidades.

La responsabilidad del Congreso

En definitiva, es la Cámara de Diputados la que tiene ahora la gran responsabilidad: abrir el proceso a la participación ciudadana, permitir que los expertos del área deportiva y cultural aporten sus puntos de vista y, sobre todo, construir una decisión basada en el consenso, no en el impulso o la simpatía del momento. Cambiar el nombre de un estadio con tanta carga simbólica como el Estadio Cibao no puede ser una acción ligera ni unilateral.

La historia y el orgullo de una región están en juego.

Héctor García
hectorgarciasr@gmail.com

El Nacional

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