Opinión Articulistas

Una flor para la JCE

Una flor para la JCE

Hugo Ysalguez

Los pasados comicios municipales y presidenciales fueron tan limpios, transparentes y revestidos de seguridad y confianza, que no surgió la acostumbrada quejumbre de quienes sucumbieron, al extremo que el Tribunal Superior Electoral, prácticamente receso en sus funciones, al no conocer las decenas de impugnaciones que se interponen en esa jurisdicción, facultada para ventilar y fallar las contestaciones que ocasionan algunos comicios, muchos plagados de irregularidades que afectan resultados en favor de los aspirantes a cargos electivos.

Desde el licenciado Ángel Liz, hombre lleno de probidad, que fuese presidente de la Junta Central Electoral, que organizó las elecciones celebradas en el año 1962, donde salió electo como presidente de la República, el profesor Juan Bosch, un intelectual y político con una alta e incomparable estatura de integridad moral y honestidad irrebatible, cuyo efímero mandato de 7 meses, fue interrumpido por la oligarquía criolla y un grupo de militares fascistas, no se había registrado en el país , un torneo electoral tan puro y tan limpio, como el recién celebrado.

El licenciado Román Jáquez, conocido y reputado abogado, y los demás integrantes de la JCE, merecen el reconocimiento público, pues una vez dados los primeros boletines, los principales contendientes del presidente Luis Abinader, lo llamaron para congratularlo por su triunfo en el torneo cívico, donde obtuvo la reelección presidencial por las obras ejecutadas en su primer cuatrienio y por el manejo pulcro de los fondos públicos, sembrando un precedente para los futuros relevos.

Una flor para los cinco directivos de la JCE, quienes merecen ser ponderados para repetir en sus cargos, pues absolutamente nadie lanzó veneno sobre su comportamiento ético, constituyendo una garantía para los torneos comiciales del año 2028, dado que tiene objeciones que los descalifique para organizar otras jornadas, donde prevalezca la eficiencia, sobre todo la transparencia en la contabilidad de los votos que benefician a cada nominado, aceptando con satisfacción la proporción de los sufragios logrados individualmente.

Actualmente, se evidencian algunos signos de una campaña con miras al 2028, una desafortunada y desatinada acción que merece que se unan las voces más autorizadas para romper esa negativa iniciativa, toda vez que este país no resiste cuatro años en proselitismo, cuando debemos impulsar proyectos reformas que conduzcan al país a un tramo sin angustias y penurias, y una vida que genere felicidad en todos los sectores.

Necesitamos vivir sin bullicios, sin estridencias, sin discusiones estériles, sin ruidos ni estribillos, por lo que es preciso generar un ambiente de convivencia, donde reine la paz, la integridad al trabajo y disfrutar de los lugares de esparcimiento, así quizá sobrevivan los partidos políticos del sistema democrático, pues la derecha triunfa en otros lares, y aquí está al acecho de dar un zarpazo y retrotraernos al pasado negro y de pesadumbre.