La fiscal del Distrito Nacional, Yeni Berenice Reynoso, no pudo contenerse y ha emitido juicio de valor sobre la ruta y resultado de una investigación que realiza desde hace cuatro meses en torno a la desaparición de Narciso González, por lo que ya adelantó que en las indagatorias se parte de la premisa de que el profesor universitario habría sido asesinado.
Esa magistrada ofreció una especie de cátedra sobre derecho procesal, al señalar que los hechos penales y sus circunstancias pueden ser acreditados por cualquier medio de prueba, por lo que no es necesario ubicar el cadáver de Narcisazo para sostener una acusación de asesinato, criterio que dijo ha sido ratificado por la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
Sorprende que la fiscal Reynoso se refiera públicamente a una investigación que no ha concluido, ordenada por el procurador general de la República en agosto pasado, de la que sólo enfatiza que los elementos que afloran en esa pesquisa indican que no fue un suicidio, sino un asesinato.
No hay que ser un erudito en la materia para entender que si en esa investigación se parte del criterio de que Narcisazo no se suicidó, sino que fue asesinado, la Fiscalía también realiza un ejercicio forense en torno a sus posibles victimarios, máxime si se parte de la hipótesis de que se produjo una “desaparición forzosa”.
La representante del Ministerio Público ha emitido otro juicio de valor al sostener que hay sectores, a los cuales no identifica, que han tratado de manipular una supuesta carta que habría escrito el catedrático universitario, aunque ratifica el criterio de que cree que a Narcisazo lo mataron.
Por las declaraciones que ha ofrecido la fiscal del Distrito, se infiere que el caso Narcisazo no ha sido archivado ni relegado a un segundo plano, lo que constituye un motivo de alivio para una sociedad que desde hace casi veinte años reclama el esclarecimiento de la desaparición de ese profesor universitario, visto por última vez el 26 de mayo de 1994.
Lo que resulta extraño es que la magistrada Reynoso revele que en esa investigación, la Fiscalía privilegia la tesis de que se trató de un asesinato y no de un suicidio, sin sustentar tan categórico proceder con alguna prueba o evidencia, sino sólo con vagos criterios académicos.
De nuevo, la diligente fiscal del Distrito no ha podido contenerse y ha emitido juicio de valor sobre el curso de una investigación, que a pesar de llevar cuatro meses, no parece arrojar elementos nuevos, aunque la magistrada ha estrenado camisa de once varas al adelantar el criterio de que el profesor González no se suicidó, sino que fue asesinado.

