MADRID. (BBC Mundo). A simple vista, puede parecer que un bebé que crece en el interior del útero materno está a salvo de los peligros de la contaminación. Sin embargo, la realidad es bien distinta. Según el mayor estudio europeo realizado hasta la fecha, en el que participa España a través del Centro de Investigación en Epidemiología Ambiental -CREAL-, la exposición a los contaminantes del tráfico y la industria durante el embarazo incrementa el riesgo de dar a luz a un bebé con bajo peso (estipulado por debajo de los 2.500 gramos después de las 37 semanas de gestación).
Estos nuevos datos señalan que, por cada aumento de cinco microgramos por metro cúbico en la exposición a partículas finas (PM2,5) -uno de los contaminantes atmosféricos más peligrosos- durante la gestación, las probabilidades de bajo peso al nacer aumentan en un 18%. La horquilla es amplia, ya que los niveles medios de exposición de PM2,5 de la población analizada (más de 74.000 mujeres de 12 países europeos) oscilaron entre menos de 10 microgramos por metro cúbico y hasta casi 30 microgramos por metro cúbico (diferencias que vienen determinadas por la densidad del tráfico, de la población, del tipo de calle, de la presencia de industria, puerto, nivel de construcción, etc.).
«Si los niveles de PM2,5 disminuyeran a 10 microgramos por metro cúbico (el valor de referencia de la Organización Mundial de la Salud -OMS- como media anual de calidad del aire) se podría prevenir el 22% de los casos de bajo peso al nacer de los partos de más de 37 semanas», ejemplifica Jordi Sunyer, codirector del CREAL. En la actualidad, el límite legal está en los 25 microgramos por metro cúbico y, como asegura Sunyer, «tanto las ciudades españolas como las europeas aprueban» en el cumplimiento de la normativa europea. Sin embargo, el dato no puede tomarse como positivo. «Nuestro estudio demuestra que incluso por debajo de los niveles legales encontramos efectos sobre la salud. Por eso la OMS recomienda que el dintel se baje» y, en la misma línea, «nosotros pedimos que se revise la normativa. Aunque, subraya, «no hay un límite por debajo del cual no haya ningún efecto. La relación siempre es a más cantidad, más repercusiones».
En definitiva, «nuestros hallazgos sugieren que una proporción importante de los casos de bajo peso al nacer podría evitarse en Europa si la contaminación del aire urbano, especialmente partículas finas, se redujera», argumenta Marie Pedersen, autora principal del estudio e investigadora del CREAL. «También analizamos otros contaminantes como los óxidos de nitrógeno y las partículas en suspensión (PM10). En todos los casos, observamos consecuencias en el peso al nacer y en el perímetro craneal [otro de los parámetros analizados], pero los resultados eran más destacados con las PM2,5», expone Sunyer.
Cuando el perímetro craneal está por debajo del límite inferior de la edad gestacional del recién nacido, puntualiza Carmen Muñoz, coordinadora en neonatología del Hospital Puerta del Hierro de Madrid, éste «podría tener, a largo plazo, una evolución neurológica anormal». «No es importante nacer con unos gramos menos», aclara Félix Omeñaca, neonatólogo del Hospital La Paz de Madrid. «Pero cuando el crecimiento intrauterino es restringido, es decir, por debajo de lo programado -bebés que no crecen a la velocidad que deberían dentro del útero-, sí puede tener repercusiones en la salud del pequeño».
EL DATO
Prevenir casos
Según la OMS, con una media anual de calidad del aire, se podría prevenir el 22% de los casos de bajo peso al nacer de los partos de más de 37 semanas.
por: Laura Tardón