Haití abre y cierra a conveniencia las puertas del diálogo o entendimiento con República Dominicana, al punto que la Comisión Mixta Bilateral no ha podido desarrollar ninguna agenda de desarrollo porque no ceden los cerrojos en los portones del lado oeste.
Es por eso que las seguridades dadas en Guatemala al canciller dominicano por su colega haitiano Pierre Duly Brutus, de que Puerto Príncipe retomará los trabajos de esa comisión deben ser recibidas con reservas y cautela.
Una dosis igual de incredulidad debe inyectarse a la promesa del canciller Brutus, de que las autoridades garantizarían la integridad física del personal y la seguridad de los locales donde funcionan las legaciones diplomáticas y consulares dominicanas.
A la firme decisión del Gobierno dominicano de cerrar sus cinco consulados en Haití como respuesta a las agresiones contra esas sedes, a las autoridades haitianas no les queda de otra que ofrecer plena garantía de seguridad, pero lo importante sería que esos desmanes no se repitan.
El canciller Andrés Navarro ha hecho lo pertinente al aceptar las promesas de su colega haitiano, pero se precisa de mayores garantías de que esta vez el diálogo entre ambas naciones no estará supeditado a intereses espurios de una élite política o económica de Haití.
Es una pena que por falta imputable al vecino, la Comisión Mixta Domínico Haitiana no haya podido impulsar urgentes proyectos sobre comercio, inversión, migración y seguridad fronteriza, entre otros que serían de gran provecho para ambas naciones, en especial para Haití.
No resulta fácil depositar toda la confianza en un canciller que alentó y aprobó una marcha que concluyó en una agresión a pedradas contra el consulado general de República Dominicana en Haití, donde fue arriada la bandera nacional, después de lo cual felicitó a los participantes.
Aun así, la conversación sostenida por los cancilleres dominicano y haitiano, en el marco de la Vigésima Conferencia de Ministros de la Asociación de Estados del Caribe (AEC), se define como positiva, pero sin mayores expectativas. Ver para creer.