Exceptuando los corruptos y ladrones, la población dominicana está indignada por tantos grupos de malhechores involucrados en actos de corrupción que avergüenzan a todo ciudadano decente y honesto.
La indignación es mayor y hasta genera miedo y asco en cuanto involucra miembros de instituciones del Estado que debieran ser respetables, como son los cuerpos armados, la Policía Nacional y el órgano de Seguridad del Presidente de República.

Pone a sufrir vergüenza ajena que los cuerpos armados y del orden público tramen, creen y dirijan bandas criminales y de corrupción para robarle dinero e inmueble al erario.

Duele mucho que la ciudadanía trate con alto respeto y distinción a oficiales superiores y resulte que algunos son delincuentes del más bajo mundo como acaba de ocurrir con la supuesta banda que encabezaría el general Cáceres Silvestre y con el coronel Cesar Mariñez Lora de la P. N. (implicado en la muerte de esposos evangélicos). Peor aún, la profunda herida que infiere la pastora Rossy Guzmán a todas las iglesias y a sus feligreses, con su supuesto mal ejemplo delincuencial y corrupto.

Suponemos que Danilo Medina sabe que él está muy salpicado del lodo que emiten estas supuestas bandas, por lo pegados que estaban de él, máxime sus familiares. También duele que abogados bien certificados se mencionen como cómplices y asesores del sucio entramado contra recursos del Estado.

Salvo las bandas Pulpo, Coral y los corruptos que faltan, conmueve la conciencia mas endurecida saber que tantos dominicanos y dominicanas carecen de comida, medicina, ropa y techo, mientras grupos del poder relajado y perverso aun juegan con tanta fortuna propiedad del pueblo, cuyas acciones contaban con el papel atrevido y usurpado de una supuesta pastora endemoniada. Qué bueno, que a esa mujer y sus secuaces les está cayendo todo el peso de la ley.

Esperamos que ella se arrepienta y que Dios la perdone. Para el Ministerio Publico: votos de confianza de los que no robamos, y que acelere el paso porque falta todo por investigar y hay que perseguir el delito a quien sea, sin importan funciones, rango ni corbata.

A la magistrada Kenya Romero, reconocimiento: por llenar las expectativas aplicando la ley como Dios y el buen derecho mandan.

Por. Lic. Santiago Martínez