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La violación sexual tiene una prevalencia mucho más alta de la que se registran estadísticamente, por múltiples razones que impiden que los casos sean conocidos en las instituciones oficiales donde se pueden calificar y cuantificar y en estudios de entornos clínicos en cualquier sociedad organizada.

Se considera que los datos más calificados para conocer la realidad de este fenómeno, se hallan en las encuestas de población, informes policiales y estudios de entornos clínicos

También esos datos son tomados de las ONG; no obstante, como en esos entornos se reportan sólo una proporción pequeña de casos, se obtienen subestimaciones de la prevalencia.

Esta realidad es percibida en un estudio latinoamericano calculó que alrededor de un 5% de las víctimas adultas de la violencia sexual fue denunciada en la Policía, por motivos muy distintos que provocan el sub-registro.

Los datos procedentes de encuestas en la población se relacionan sobre todo con la agresión sexual perpetrada por la pareja, pero en algunos casos también se incluyen el abuso sexual en la niñez y por una persona que no es la pareja.

La violencia sexual por la pareja por lo general es acompañada de violencia física y emocional, pero puede ocurrir por sí sola, muy frecuente en las separaciones y rupturas psicológicas de empatía, viviendo bajo el mismo techo.

Hay diversas causas que explican por qué las mujeres no denuncian la violación sexual, por ejemplo, por falta de un apoyo adecuado, vergüenza, temor o riesgos de represalias; miedo a ser culpadas de esos hechos.