Opinión Carta de los Lectores

Violencia y sangre

Violencia y sangre


Los organismos de seguridad tienen que luchar contra la percepción de que la delincuencia está ganando terreno. Los periódicos y medios informativos dan cuenta a diario de robos, atracos, hechos de violencia, y hombres que matan a sus ex-compañeras y hasta a los hijos.Hay un ambiente violento en el país.

Por cualquier contradicción llega el enfrentamiento que termina en un hecho de violencia. Hay que ir a la raíz de que lo que está pasando.Los profesionales de tratar la conducta deben servir de auxiliares para bajar los cuadros de violencia.

La sociedad está carcomida y necesita una medicina social y de responsabilidad.La terapia familiar puede ser el mejor control de las muertes pasionales. Se debe ofrecer gratis en los hospitales, y en consultorios situados en lugares estratégicos. Es la violencia más difícil de controlar, porque nace desde la intimidad del hogar y sin control termina en un hecho de sangre.Los cuadros oficiales reseñan que la violencia y el crimen callejero lo han logrado controlar y reducir, pero en la realidad la percepción pone en dudas esa aseveración.

No puede tratar de pararse la delincuencia solo usando medidas policiales o sometimientos a la justicia. La policía realiza con buen pie su trabajo y la justicia aplica penas a los violadores, de acuerdo al código penal.Pero los hechos siguen ocurriendo debido a que se castiga después de la comisión del delito. Se usa muy poco la prevención y trabajar en la raíz de donde se origina la violencia.Esta parte no puede ser dejada a la policía y la justicia. Ambas instituciones tienen bien marcada su red de trabajo, y con sus altas y bajas están cumpliendo con su trabajo.Pero donde la marginalidad es extrema, siempre florece la delincuencia.

No quiere decir que el crimen únicamente lo cometen los marginados, pero si es la mayoría. Un ejemplo es que en los intercambios de disparos nunca cae el hijo de un adinerado.Hay que trabajar en los barrios llevando escuela, comida, trabajo y enseñando la moral y cívica, y que sus derechos terminan donde comienzan los del vecino.

Hay que fomentar los clubes culturales y deportivos, hay que habilitar los grupos de amas de casa, las juntas de vecinos y darle identidad propia a cada barrio, para qué los residentes se sientan orgullosos.La lucha es difícil, mucho más titánica que pensar que el intercambio de disparos producirá los controles del crimen. En ocasiones crean más sinsabores y engendran el odio en las comunidades marginales.

Por: Manuel Hernández Villeta

El Nacional

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