BARAHONA.- La de Angel Salvador de la Cruz remolina como una historia que convoca a un estudio bio-psico-religioso y a escribir una novela. Abandonó la rutina homosexual, que había adosado por más de 50 años, luego de vivir en el vetusto cementerio municipal y convertirse al evangelio. “Apártense de esa vida”, predicaba en su ciclo postrero a contertulios de antiguas andanzas, que “la mía es otra después que acepté a Cristo”.
- El ruido escaló a los oídos de dos visitantes a la ciudad de difuntos. “Todos los días, a las 7 de la noche, Salvadora sale del cementerio para ir a la iglesia a participar en los cultos, y al cementerio regresa como a las 10 de la noche”, nos contó mi tía Zulema López, en respuesta a la interrogante sobre el leve murmullo.
Por esa ocupación, los propietarios del panteón en 1998 elevaron una queja ante la alcaldía municipal, que ordenó que le prepararan el cuarto en el cual guardaban los materiales de limpieza del jardín de despojos, para la reubicación del nuevo hospedador. En los dos sitios se sintió feliz, más con la lectura del Nuevo Testamento.
Además de las otras horas, a las 7 y a las 10 de la noche cruzó entre nichos, cruces, capillas, candelabros, velas, flores, plantas ornamentales, árboles, lápidas y fotografías. En este ambiente, Angel Salvador de la Cruz (Salvadora) durmió, cocinó, lavó y confeccionó ropas con su adorada máquina de zurcir, manoseado por vientos cálidos y reconfortantes provenientes del cercano mar Caribe.
Por 50 años sobresalió como un diseñador de primera, y por 13 años residió entre sepulcros. El Sábado Santo -19 de abril del 2025- su cuartucho residencial del camposanto estaba vacío, porque su cuerpo fue enterrado en otro dormitorio permanente de Barahona, distante a un kilómetro.
Cuando cifraba cerca de 80 años de edad, Angel Salvador de la Cruz (Salvadora) enfermó de los pulmones y tuvo que ser recluido en el hospital regional Jaime Mota, donde expiró el 11 de marzo de 2011, afectado de neumonía. Fue velado en la funeraria Savica y soterrado en el cementerio municipal Américo Melo.
En este extraño cuadro terminaron su dolencia, discriminación y aguante, derivada de su condición psíquico-corporal, que sobrellevó con resignación. Contrarrestó su calvario dando riendas sueltas a sus dificultades existenciales, en el disfrute de tragos, diversión y placeres románticos.
Este periplo se presenta como un fenómeno objeto de análisis para psiquiatras, psicólogos, neurocientíficos, teólogos, filósofos, sociólogos y educadores. Para una mayor comprensión sobre las facetas cognitivas y emocionales de los sujetos, se impone priorizar la experiencia individual, con el realce de la espiritualidad y la fe. Tonifica como útil para terapias del comportamiento y ayudar en la superación humano-social.