Todavía quedan muchos detalles por aclarar, pero la realidad es que no terminan los conflictos respecto al voto del dominicano en el exterior.

Ante la clausura de cuentas en oficinas de la Junta Central Electoral en Estados Unidos e Italia el pleno del tribunal ha suspendido a varios funcionarios y dispuesto una auditoría para transparentar la situación.

Esas oficinas para el voto en el exterior son un lujo que solo se explica por el clientelismo político, aunque la JCE sea una entidad apartidista. Las naciones más desarrolladas y con más tradición en procesos electorales no invierten tantos recursos ni disponen de superestructuras para organizar sus votaciones.

Pero ya que se decidió investigar la operación de la oficina del voto en el exterior debe llegarse hasta las últimas consecuencias y adoptar las decisiones que ameriten las circunstancias.

El personal que dirigía la oficina ha sido acusado de irregularidades en la administración de los recursos en las sedes de Nueva York, New Jersey, Filadelfia y Washington.

Los detalles no se conocen, pero si el caso ha motivado una investigación es porque se considera grave. Al tiempo de establecerse responsabilidades el pleno de la JCE debe estudiar la conveniencia de la estructura burocrática que tan onerosa resulta al contribuyente.

Con la tecnología con que se cuenta no hay necesidad de tantos excesos burocráticos, un mal que también ha afectado el servicio exterior.