Los dominicanos juegan cada día 160 millones de pesos en más de 40 mil bancas de apuestas, la mitad de las cuales operan ilegalmente, un descomunal negocio sin controles mayores que maneja más de 115 mil millones de pesos al año, incluidos gallos y caballo y apuestas deportivas. Aquí operan varias loterías que ofertan juego mañana, tarde y noche.
El reportaje publicado ayer por El Nacional sobre la magnitud del juego de lotería, desnuda en cuerpo y alma a la industria más exitosa en toda la economía nacional, cuya materia prima es el manejo de la miseria de la población y de la generalizada creencia de que se sale de la pobreza con un golpe de suerte.
Cada hora se juegan más de trece millones de pesos, a loto, palé, bingo, lidias de gallo, hipismo y a todo tipo de juego que se transmiten por radio y televisión a mediodía, en la tarde y en la noche, causa de que miles y miles de familias agraven su condición económica porque apuestan por necesidad y pierden por obligación.
La Lotería Nacional, fundada hace más de un siglo por el Padre Billini para promover filantropía, tiene hoy una insignificante incidencia en la industria del juego, con menos del uno por ciento de los millonarios ingresos que obtienen los poderosos consorcios de bancas de apuestas, convertida hoy en una extraordinaria maquinaria de acumulación de riquezas y poder.
Miles y miles de bancas de lotería operan en cada esquina, diseminadas por todo el territorio nacional, al extremo que en muchas comarcas carecen de hospitales, escuelas, canchas deportivas, farmacias, puestos del Inespre, guardería, pero tienen muchos centros de juegos, tantos que en lugares calurosos como Neiba o Jimaní se apuesta a los partidos al hockey sobre hielo que se escenifican en Estados Unidos.
No se hable de ahorro familiar en un país donde a través de medios de comunicación masiva se estimula a la gente a apostar varias veces al día por un valor de centenares de millones de pesos, que deberían ser empleados en manutención, educación, mejoramiento de vivienda o en cualquier otra actividad productiva.
No se aboga por la prohibición total de los juegos, pero se advierte sobre un desbordamiento que ya incide negativamente en el presupuesto nacional, a más de que ese desenfreno se presta para muchas situaciones antijurídicas. No es posible que una sociedad pobre y relativamente atrasada malgaste más de 115 mil millones de pesos anuales en juegos de lotería, por lo que se requiere que el Gobierno aplique mayores controles y ayude a liberar a la gente de la obligación de colocar su futuro en una tómbola.

