Opinión

A doña Chea Hernández

A doña Chea Hernández

Te marchaste como paloma mensajera y no pude decirte adiós. Fuiste una heroína del deber ciudadano y familiar y tu vida la entregaste a la educación y al cuidado de tus hijos, a luchar por San Cristóbal, los humildes y los olvidados.

También, y debo expresarlo como verdad irrefutable, fuiste hija del sufrimiento, el dolor y la tristeza en momentos que tocaron el hilo de tu existencia, los cuales enfrentaste con valor espartano, pero siempre llena de fe, amor y esperanza, aunque también tuviste momentos de gloria que tanto merecías.

Fuiste baluarte y reina de las auténticas mujeres de Gurabo-Santiago y San Cristóbal y reliquia del valor y la dignidad suprema.
Supiste aquilatar la amistad y los valores, de los cuales hiciste un templo sagrado a quienes verdaderamente lo merecían.

A San Cristóbal y al país, donaste el más grande legado, tus luchas y tus idolatrados hijos, fruto del amor de tus entrañas, reliquias y ejemplos de la patria: Rafo, Tito, Manuel, Leonel, Jochy, Nancys, Edita y Tolo quienes han seguido tus ejemplos y los del querido compadre Bartolo, ido a destiempo.

¡Cuánto nos quisimos y nos respetamos, y cuanta confianza nos prodigada siempre!
Idolatrada comadre Mercedes Fernández Díaz (Chea), tus obras y acciones por San Cristóbal que silenciosamente, sin publicaciones de prensa ni notas noticiosas, las cuales conocemos, son historia y bandera que forjaste con esfuerzo y valentía.

Pienso especialmente que Tito, Rafo y Tolo y quien esto escribe, que debiéramos escribir un libro como ejemplo cimero de una madre que supo casarse con la gloria, la responsabilidad y en honor a tu memoria sacrosanta.

Fuiste todo amor, terneza, sinceridad y trabajo. Te convertiste en una madre con raíces de eternidad y una amiga excepcional, pura, sincera consejera, quien supo valorar el compadrazgo y la amistad como nota de cielos. Mercedes Díaz Hernández (Doña Chea), a quienes muchos llamaron Mamá, otros Mamá Chea, a quienes se hincaban al verte y saludarte en gesto de amor y reconocimientos.

Honore de Balzac escribió: “jamás en la vida encontrareis ternura mejor, más profunda ni verdadera que la de vuestra madre”. Y Abraham Lincoln dijo: “todo lo que soy o espero ser se lo debo a la angelical solicitud de una madre”.
No pude asistir a tu velatorio por razones de salud. Adiós heroína del deber, la moral y la amistad.

El Nacional

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