Opinión

¡Ahí viene el barco!

¡Ahí viene el barco!

En agonía hacia irreversible muerte, el 2017 tiene aún tiempo para examinar en su vientre los días de rosas y de espinas, de sucesos asociados al éxito o de vinculados al fracaso, incluidos aquellos que convocaron a la alegría y al optimismo y los que provocaron penurias, indignación o frustraciones. Es como pasar balance a un presente surto en el mismo puerto que conduce al pasado.

El 2018 se avizora en el horizonte con una carga de esperanza, ilusiones y anhelos o con sus bodegas repletas de incertidumbre, pesimismo y vacilación, todo según el color del cristal a través del cual cada quien fije su mirada hacia la zona del mar donde una delgada traza divide lo finito de lo infinito.

Conforme a resultados no sería difícil juzgar lo bueno y lo malo del año que casi exhala su último aliento de vida, pero al naciente 2018 hay que cubrirlo con manto de ilusión, confianza y determinación para que no sucumba ante excesivo frío o calor atribuido a un temprano desconcierto o desengaño de quienes creen que el vaso ha estado siempre medio vacío.

Una rápida radiografía al año agónico trae como resultado que la primera mitad de su vida tuvo serios problemas respiratorios por falta de oxígeno que provee la inversión pública, que pudo recuperar masa corporal en los meses de junio y julio para volver a perderla en agosto y septiembre por las tormentas Irma y María.

Ya en franca recuperación, al 2017 le sorprendió el final de su ciclo de vida para dar paso a un año que muchos advierten nacerá con malformación a causa de un tumor de endeudamiento, pero que otros creen que crecerá sano y saludable alentado por el buen momento que disfruta la economía estadounidense.

El horóscopo adelanta que 2018 será o debe ser el año de la consolidación de la economía, pero también se advierte que sufriría un paro cardíaco, si no se cumple con el consejo de subsanar anticipadas deficiencias fiscales y debilidades en su aparato institucional, que lo hace endeble a miomas de corrupción e impunidad.

Como nadie se muere en la víspera, lo mejor sería que Gobierno y sociedad asuman de manera resuelta y consciente el compromiso de ejercer el rol de tutores del 2018 y proveerlo de un buen ejercicio público y privado basado en ética, competencia y planificación, sin perder nunca el objetivo de que la misión de esa criatura es de pregonar y promover justicia y equidad.

El Nacional adelanta sinceros deseos de que el año nuevo se convierta en la dinamo de la prosperidad de todos sus lectores, anunciantes y de la sociedad en general, además de rogar al Altísimo por la felicidad de todos los dominicanos.

El Nacional

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