¿Qué Pasa?

Arte nacional

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Joseph Caceres

Idiosincracia del dominicano
En la época en que estaba entregado al teatro, en cuerpo y alma, en el Teatro Universitario de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, el Teatro Estudio del Movimiento Cultural Universitario, el Teatro Juglar, Actores Unidos, la única sala que existía para las actividades escénicas era el auditorio de Bellas Artes.

No existía el Teatro Nacional, la Sala Manuel Ruedas, Casa de Teatro, la Sala Monina Solá, La Cuarta, La Máscara, Teatro Luna, la del Instituto Dominico Americano, ni la sala estudiantil Laura Bertrán.

Los grupos de teatro independientes a lo sumo teníamos que hacer actividades en el inadecuado salón del antiguo Conservatorio Nacional de Música, donde hoy opera el Ministerio de Cultura, o en el aula Magda de la UASD. Locales no adecuados para teatro, donde había que llevarlo todo.

Sin embargo, recorríamos todo el país haciendo teatro, con el auspicio del Departamento de Extensión Cultural de la UASD, dirigido entonces por Milagros Ortiz Bosch, y lo propio hacíamos con el Teatro Juglar, recorriendo los salones de actos de todas las escuelas del país, los fines de semana, en las famosas guaguas azules Blue Bird que antes tenía la universidad para transportar a los estudiantes.

Refiero todo esto, porque hoy día hay salas de teatro por todas partes, y sin embargo la mayoría de las compañías y grupos teatrales no las utilizan, bajo el alegato de que muchas de ellas están en los barrios populares, como es el caso de la Monina Solá en el Centro Cultural Narciso González de Villa Juana.
Una sala excelente, de las que tanto reclamábamos en aquellos tiempos.

Ahora la tienen y no la usan, lo cual se asemeja mucho a la gente que reclama pasos peatonales en las avenidas de rápido tránsito, y después que se los construyen no los usan, y siguen pasando por debajo exponiéndose a los accidentes.

Es parte de la idiosincracia, definitivamente, del dominicano.

El Nacional

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