Noticias importante Reportajes

Caos nocturno

Caos nocturno

El Estado es el principal responsable del desorden que caracteriza las noches en importantes calles y avenidas de la capital, toda vez que no hace cumplir las múltiples leyes y reglamentos que regulan la circulación de vehículos y el uso de los espacios públicos. La ausencia de agentes de tránsito en las noches deja las calles a merced de los violadores de las leyes, mientras el peligro acecha constantemente.

Principales avenidas de la ciudad son convertidas en pistas de carreras, mientras los estacionamientos en doble vía, en las aceras, en las áreas verdes y en los cruces de peatones hace casi imposible la circulación de vehículos y transeúntes.

Violando la Ley 241 sobre Tránsito Terrestre, una gran cantidad de personas conduce bajo los efectos del alcohol ingerido en los bares y las discotecas.

De manera imprudente, violan la luz roja de los semáforos, aumentan la velocidad de sus vehículos y hacen rebases temerarios, que en ocasiones provocan muertes e invalidez.

Durante un recorrido por vías que concentran una gran cantidad de bares, pizzerías, restaurantes, heladerías discotecas, cines y, como consecuencias, mucha circulación y congestión vehicular, El Nacional se percató de la total ausencia de agentes de tránsito después de las 7:00 de la noche.

La Autoridad Metropolitada del Transporte (AMET) informó que dispone de apenas 2,900 agentes para custodiar el tránsito e imponer la Ley en las 32 provincias y el Distrito Nacional.

“La distribución se hace según las necesidades de cada pueblo”, afirmó la institución.

Esa cantidad de agentes es insignificante para una población de más de 10 millones de habitantes con problemas de indisciplina y desobediencia a las leyes y explica por qué el abandono de las calles en las noches.

A la precariedad de agetes se suma la dramática escasez de estacionamientos en las zonas de mayor tráfico, como las avenidas Winston Churchill, Abraham Lincoln, Tiradentes, Ortega y Gasset, 27 de Febrero, Isabel Aguiar, Gustavo Mejía Ricart, George Washington, Máximo Gómez y la Ciudad Colonial.

Cientos de negocios carecen de los parqueos que demandan sus clientes, porque operan en zonas residenciales, en locales que antes eran viviendas y fueron transformados para esos fines.

En la mayoría de los casos, las adaptaciones de viviendas a locales comerciales violan la Ley 6232 sobre Planificación Urbana, porque no fueron autorizadas por el Ayuntamiento del Distrito Nacional.

El artículo 8 de esa legislación establece que para cambiar el uso de la propiedad urbana, desde la construcción de una vivienda, la instalación de un establecimiento comercial o una industria, hasta el cambio de actividad de una residencia, se requiere la aprobación previa de la Dirección de Planeamiento Urbano del Ayuntamiento correspondiente. Violan, además, el “Reglamento para Estacionamiento Vehicular en Edificaciones”, emitido por el Ministerio de Obras Públicas, que establece que el número de parqueos de una construcción dependerá de la zona donde está ubicada y el uso para el cual está destinada.

Ese reglamento, que fue aprobado en la sala capitular del ADN, consigna que para edificios comerciales e industriales se necesitará un estacionamiento por cada 30 metros cuadrados de construcción.

Igualmente, que en el área de recepción o espera se requerirá un estacionamiento por cada cinco metros cuadrados.

En el caso de bancos comerciales se requerirá un estacionamiento por cada cubículo para oficina, cuya área sea menor de 30 metros cuadrados.

El director de Tránsito del ADN, Angel Segura, reconoce que los constructores de proyectos residenciales “no piensan en las visitas que necesitan los condómines”.

Tampoco ninguna autoridad obliga a los constructores de plazas comerciales a levantar el número de estacionamientos que ameritan esas estructura y a pesar de esto no tienen ningún miramiento al momento de otorgarles los permisos.

El regidor Waldy Taveras atribuyó el caos del tránsito a la ineficiencia de las oficinas de Planificación Urbana y a la apatía de los alcaldes que no le dan importancia a la planificación de la ciudad.

También, a la irresponsabilidad del Consejo de Regidores que, como órgano de control y fiscalización de la administración municipal, no exige a la administración municipal la debida rendición de cuentas.

Lo más penoso es la tolerancia y la pasividad de los ciudadanos ante las constantes violaciones a las leyes del país.

Taveras recordó que cualquier ciudadano puede recurrir al Tribunal Superior Administrativo a demandar la revocación de los permisos de construcción o las alteraciones de suelos que violen leyes y reglamentaciones sobre la materia. Asimismo, puede demandar que los ayuntamientos hagan cumplir las normas establecidas sobre uso de suelo, los cuales tienen fuerza de Ley.

La operación de negocios en áreas residenciales intranquiliza a los vecinos que no soportan los ruidos y la circulación de vehículos.

“Es casi imposible dormir en las madrugadas. Las voces de la gente y el tránsito de los vehículos es angustiante”, se quejó Adalgisa Infante, una vecina del ensanche Piantini. También se producen pleitos y hasta disparos, entre las personas que salen de madrugada de los centros de diversión.

Lo que más moleta a Altagracia Fernández, en Gazcue, es llegar a su casa y encontrar varios vehículos estacionados en las aceras, obstruyendo parte de su espacio.

“La acera es la parte de la vía pública destinada al uso exclusivo de peatones”, dice el reglamento sobre estacionamientos de Obras Públicas.

El ingeniero Andrés Matros, ex director de Tránsito Terrestre y expresidente de la Comisión de Tránsito del ADN, afirmó que “los problemas de espacio público en la capital son producto de la falta de autoridad.

EL DATO

2,900 agentes
tiene la AMET para custodiar el tránsito e imponer la Ley en las 32 provincias y el Distrito Nacional.

UN APUNTE

Promesa incumplida
En el 2009, el alcalde del Distrito Nacional, Roberto Salcedo, anunció con bombos y platillos el diseño y construcción de 12 estacionamientos, algunos serían soterrados. La promesa se convirtió en letra muerta.

Pilar Moreno

Periodista de vasta experiencia en el periodismo educativo y político