¿Qué Pasa?

Cecilia…  ¡siempre Cecilia!

Cecilia…  ¡siempre Cecilia!

Es mucha la gente que, a partir del montaje Al final del arcoriris, obra teatral original de Peter Quilter, y que protagoniza Cecilia García, va a estar descubriendo ahora lo que de drama y comedia, es la síntesis de la actriz y cantante norteamericana Judy Garland, cuya, supuestamente neurótica existencia, planteó interrogantes muy marcadas en la alta escena, en los medios que le dieron cobertura sensacionalista a su trayectoria, y que, marcada por un talento sobresaliente, su adicción a los barbitúricos y al alcohol, su cuestionamiento a lo establecido y su vida erótica bi-sexal, la ubicaron en un sitial en que conviven el reconocimiento indudable a su obra interpretativa, con los prejuicios y rechazos que sufrió por su manejo público, en un tiempo de fundamentalismos sociales contra todo lo que se sintiera salirse de las normas.

Cecilia García, como intérprete y Carlos Espinal, como director y sustentados en dos magníficas actuaciones masculinas,(Mario Arturo – Mickey –Deans-) y José Lora (-Anthony- ) sabían perfectamente en que se habrían de meter, cuando decidieron el montaje de Al final del arcoiris.

Exquisita la escenografía.
Exquisita (Angela Bernal) La dramaturgia de Quilter, que no llega a enfocar toda la existencia de la Garland, tiene suficientes capas y enconos dramáticos y de humor, como para mostrar lo versátil que puede ser nuestra Cecilia, dejando en escena, una experiencia que nadie que pueda, debería perderse.

García enfrenta un desafío enorme, al hacer las transiciones de mujer ebria a la soledad existencial tan terriblemente expresada, al punto de su actuación debería ser vista por nuestros estudiantes de teatro. Actúa con intensidad y garras y plasma la difícil expresión de cantar simulando ebriedad, torpeza o comicidad.