Semana

Como cada domingo

Como cada domingo

Creo en la juventud y el poder transformador de su fuerza. Creo en la juventud y en ese potencial infinito de su talento.

Creo en Carolina Camacho, poeta, danzante y cantante creadora de Electro Palo.

En Camilo Rijo Fulcar, (de quien estoy seguro superará sus dolencias del momento), todo un fenómeno de entrega de su arte musical clásico.

Creo en Sofía Isabella Caturra,(Sofía Globitos) la nueva estrella de la actuación para el público más importante: la niñez.

Creo en Rossy Díaz Ferreras, musicóloga, académica, gestora de cultura, auténtica y honesta, rebelde a todo cuanto le altere sus valores, fiel en su actitud de promover los mejores valores.
Creo en Johanne Guerrero, en Jean Jean, en Abinadad Alberto, en

Alan Nadal, en Tabaré Blanchard, en Martha Checo, en Alana Lockward, en Tatiana Fernández Ceara, en Bladimir Abud, en Roddy Pérez y en José María Cabral, por poner ese acento tal alto y poderoso al cine dominicano.

Creo en ellos y en la cantidad inmensa de jóvenes que son ejemplos vivos y latentes del amor trabajo, la mejor de las formas de amar la vida.

Y los prefiero porque optaron por el camino escabroso y difícil del trabajo creador.

Ellos son mi ideal. No son los únicos jóvenes admirables. No. Son una muestra de que no es sólo el aspecto miserable y deficiente de la juventud delincuencial la que se hace signo de equivalencia a la juventud dominicana y de que todo está perdido.

Y al ver estos jóvenes, en su ejemplo de vida y trabajo, simplemente, me siento pagado. Muy bien pagado y podría marcharme tranquilo y en paz.