Opinión

CRÓNICA DEL PRESENTE

CRÓNICA DEL PRESENTE

¡División Berlanga!

XXVII
Cuando el autor de esta columna se trasladó desde las fincas bananeras de la “División Agrícola Berlanga”, de la “Grenada Company”, filial de la “United Fruit Company”, en Monte Cristi, a la ciudad capital a estudiar derecho, teníamos experiencia en el periodismo, como cronista deportivo, colaborador del periódico “La Nación”, propiedad del régimen de Trujillo y habíamos sido productor de un programa deportivo que realizábamos cuando cursábamos el bachillerato en el municipio cabecera, en el “Teatro Centenario”, propiedad de Isabel Máyer, política de gran influencia en el régimen que gobernaba al país, que había sido arrendado por el profesor Santiago Augusto Mena Valerio.

Ese programa deportivo tenía treinta minutos de duración y lo realizábamos a partir de la 7:30 de la noche y comentábamos en el sobre la pelota profesional de Cuba, Puerto Rico y las Grandes Ligas. Incorporamos a ese programa a Jorge Bournigal Loynaz, nuestro amigo, oriundo de Puerto Plata que vivía en Monte Cristi.
Jorgito, con el transcurso de los años, estimulado por el autor de esta columna, llegó a convertirse en una de las grandes figuras del periodismo deportivo de nuestro país. De ese proceso de nuestro querido amigo, hablaremos en otra ocasión.

Pero en la ciudad capital, llevado de la mano de Luis Rafael del Castillo Morales, excelente profesional del derecho, fuimos incorporados como secretario, taquígrafo-mecanógrafo, a la oficina de abogados del Licenciado Rafael Augusto Sánchez, figura profesional e intelectual de gran categoría en la vida política y profesional de la nación.

En esa oficina, ubicada en la calle Sánchez No. 47, laboraban también como profesionales, además de Luis del Castillo, Rafael A. Sánchez Sanlley, “Papito”, Augusto Luis Sánchez Sanlley, “Augustico”, hijos del dueño de la oficina y Homero Hernández Almánzar, casado con Nora Sánchez, hija de Rafael Augusto. Estaba también Marino Ariza Hernández; esa fue en la realidad de la vida, la escuela donde el autor de esta columna se formó como profesional del derecho.
Cuando regresamos a MonteCristi en las vacaciones de navidad, nuestro padre había sido trasladado en la División Berlanga, al cargo de mayoral de la finca“La Cruz de Palo Verde”, que era la capital agrícola, si cabe el calificativo, de la compañía porque en ella estaba la Superintendencia, asiento del Superintendente de la División y las residencias que servían de domicilio a los empleados de más jerarquía de la División, que como hemos relatado eran hermosos chalets, con amplios patios y hermosos jardines, que sumaban catorce hermosas viviendas y la escuela más importante, que iniciaba en el 4to. curso primario hasta el 8vo., que como hemos reiterado estaba dirigida por una dama oriunda de Puerto Plata, que fue nuestra maestra, Isabel Miller de Pimentel.

En “La Cruz de Palo Verde”, estaban instalados los talleres mecánicos de la empresa en los que había trabajado como mecánico diesel, una figura de importancia histórica de la vida dominicana, como lo fue Antonio Imbert Barrera, participante años después en la acción del ajusticiamiento de Rafael Trujillo Molina

Regresamos a nuestra residencia familiar en las vacaciones señaladas, cuando nuestro padre había comenzado en el paraje de “El Ahogao” a trasladar dueños de pequeños negocios que se habían establecido en los predios del batey de los trabajadores de La Cruz, y se había iniciado la repartición de solares para construir las viviendas y locales comerciales necesarios para el mantenimiento del orden.

Ese poblado que se levantó bajo la dirección efectiva de nuestro padre, es ahora el distrito municipal de Palo Verde. Continuaremos…

El Nacional

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