Opinión

CRÓNICA DEL PRESENTE

CRÓNICA DEL PRESENTE

Hoy es 31 de diciembre, lunes, lo que hace inevitable que mañana, 1 de enero, iniciemos un nuevo año que corresponde al 2013 de nuestro calendario. Y esta “Crónica del Presente” es la cuarta columna dedicada a recordar los acontecimientos, que como dijimos en la primera de ellas, se desarrollaron a partir del 20 de diciembre de 1962, cuando Juan Bosch ganó las elecciones presidenciales, derrotando, con su admirable e inigualable inteligencia política, al poderoso y agresivo frente que habían integrado los Estados Unidos de América, la alta jerarquía de la Iglesia Católica y el pequeño grupo de oligarcas criollos, atrasados, muy atrasados políticamente, que había logrado sobrevivir al régimen implacable, represivo, eficiente en el orden político, que bajo el liderato de Rafael Trujillo Molina había gobernado nuestro pueblo desde agosto de 1930.

Juan Bosch, después de su viaje a los Estados Unidos y Europa regresó al país y tomó posesión el 27 de febrero de 1963, en una lucida ceremonia, a la cual asistieron presidentes, gobernantes y distinguidas figuras políticas e intelectuales de Hispanoamérica. En marzo y en abril Juan Bosch impuso, con su carismática y valiente honestidad cívica, los aspectos generales de un gobierno patriótico, democrático, liberal, con incuestionables perfiles de progreso y desarrollo, que quedaron consignados después en la Constitución de abril de 1963. ¡Qué grande fue Juan Bosch!; con cuanta seriedad y dedicación comenzó a ejercer su mandato cuando las nubes de la traición comenzaban a perfilarse en el firmamento de la patria. Él lo advirtió y otros también percibieron y comprendieron, inmediatamente lo que se tramaba.

Por eso, después de promulgada la Nueva Constitución de la República, se presentó a su despacho en el Palacio Nacional el teniente coronel Rafael Fernández Domínguez, joven militar, hijo de un personaje, también militar, muy importante del régimen de Trujillo. Fernández Domínguez informó a Juan Bosch que se gestaba, en los cuarteles dominicanos, un movimiento que tenía como objetivo derrocar el gobierno que la mayoría del pueblo se había dado, cuando depositó su voto en las elecciones del 20 de diciembre próximo pasado. El autor de esta columna conoció a Fernández Domínguez cuando él era un joven adolescente que no había ingresado a las filas del Ejército todavía y quien hace este testimonio no había llegado apenas a los nueve años de edad.

Rafaelito Fernández le pidió permiso a Juan Bosch, presidente de la República y Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas y Jefe de la Policía Nacional, para integrar un grupo de jóvenes oficiales en un movimiento de carácter clandestino para hacer frente a esa conspiración que se llevaba a cabo, auspiciada por los representantes del gobierno de los Estados Unidos, la alta jerarquía de la Iglesia católica y connotados representantes de la oligarquía criolla.

El Nacional

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