Opinión

¡Dale con el tránsito!

¡Dale con el tránsito!

En el país tenemos años tratando el tema del tránsito, sobre todo el caos en las calles y las muertes que provocan cada año los accidentes de tránsito. Ese tema se ha añejado en el cerebro de los dominicanos.

Cíclicamente surge como tema de debate en la sociedad, ahora es uno de esos momentos en lo que todos los sectores opinan sobre lo que hay que hacer para ordenar el tránsito y llevar seguridad vial a las calles.

Sin embargo, el problema mayor está en la responsabilidad de los conductores y la falta de consecuencias a los actos cometidos. Creemos que podemos hacer uso de nuestro vehículo de manera indiscriminada, por eso superamos las velocidades permitida, pasamos los semáforos en rojo, conducimos alcoholizados, no subimos sobre los contenes y aceras y no pasa nada.

Este tipo de situación determina que las estrategias para enfrentar los accidentes de tránsito y sus consecuencias serán inadecuadas si se encaran con un enfoquepropio del sector salud y no se toma en cuenta la aplicación, de manera rigurosa la aplicación de la ley y sus consecuencias legales.

La Ley ni Amet deben privilegiar a los choferes sindicalizados

Se requiere que las personas, la familia, la comunidad, la clase política y el Estado tomen conciencia del problema y se comprometan a trabajar con un enfoque multidisciplinario e intersectorial.

No debe seguirse insistiendo en trasladar toda la responsabilidad sobre los accidentes de tránsito a las personas, omitiendo las responsabilidades de la comunidad en su conjunto y de las autoridades.

Que las personas adopten hábitos, conductas y comportamientos adecuados en el tránsito, requiere que el entorno social, legal, cultural, económico y ambiental les de soporte educativo que requieren, pero si esto no funciona, entonces que venga la parte represiva.

En lo que todo estamos de acuerdo es que se necesita un marco jurídico moderno que contribuya a ordenar el tránsito y después de eso, autoridades que se encarguen de su aplicación a las buenas, y en caso necesario a las malas. Es la única forma de imponer una cultura de respeto en las calles.

El Nacional

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