Opinión

De la forma al fondo

De la forma al fondo

Pedro P. Yermenos Forastieri

Desde el inicio de la actual gestión, fue notoria una estrategia de afianzamiento de la figura presidencial y del gobierno en sí mismo, a partir de elementos de forma que debían hacerse prevalecer, como fuere necesario, sobre el fondo de las cosas.
Una decisión de esa naturaleza se sustentaba, no resultaba difícil constatarlo, en la conciencia que se tenía del hastío de la población con el estilo gubernamental implantado por el mandatario anterior. De ahí los esfuerzos por reivindicar la puntualidad; el acercamiento a la gente y una supuesta frugalidad en la conducción de lo público.

Se trataba de un objetivo que enfrentaba dos obstáculos fundamentales: Uno, haberse alcanzado el poder con el apoyo imprescindible del sector partidario del que se pretendía marcar distancia solo en la forma.
Otro, la ausencia de voluntad política para desarrollar una manera de dirigir el país sobre la base de diferencias reales que abarcaran el fondo de los acontecimientos.

Como ocurre con todo lo que se queda en apariencia, la realidad no ha tardado en aflorar y cada vez son más los ejemplos que prueban que entre el hoy y el ayer, el único cambio verificable es el transcurrir del tiempo.

La sintomática confesión de la inconveniencia de tirar piedras hacia atrás, pronunciada en los albores de la actual administración, constituía un presagio desde el cual se podía vislumbrar que todo continuaría transitando por igual sendero.
En aquel instante podía alegarse que se trataba de una actitud comprensible ante las ataduras derivadas de las condicionantes que imponían las circunstancias que hicieron posible la instalación en el Palacio Nacional.

Ese pretexto ha desaparecido del todo. Por eso, no resulta comprensible ni aceptable que ante los desmanes de la actualidad las piedras continúen brillando por su ausencia.

Los gravísimos escándalos de corrupción expuestos en los tiempos que corren, fuesen la oportunidad de la gestión en curso para demostrar que es capaz de pasar de la forma al fondo y que si bien tenía límites para accionar con la mirada puesta en el pasado, nada le detendría en su voluntad de actuar sobre el presente.

Se trata de una prueba de fuego que, ante los indicios de las primeras señales, se puede advertir que el Presidente de la república no superará, quedando en ese sentido descubierto como estandarte de la continuación de aquel pretérito ominoso del que no ha logrado, por ser más de lo mismo, deslindarse.

El Nacional

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