Mientras los barrios populares parecen convertirse en tierra de nadie, en los que la delincuencia común impone su ley de terror, manejando a su antojo franjas territoriales enteras, el 99 por ciento de los clubes deportivos y culturales mantienen una inercia que espanta frente a los graves problemas sociales.
Y es que los dirigentes de esas entidades que tan buen servicio brindaban a la comunidad, ahora en lo que están es en resolver sus asuntos personales.
Se han olvidado de los principios y de sus deberes que con tanto orgullo cumplían para poner su talento y esfuerzo al servicio de las peores causas de una sociedad que vertiginosamente se encamina hacia la desilusión total.
Da pena ver como centenares de jóvenes, que antes se reunían en las esquinas a conspirar contra los que nunca han respetado el derecho a la vida de los que nada tienen, hoy lo hacen pero para dialogar libremente sobre drogas, violaciones y de todas las fechorías, sin que nadie siquiera intente ponerle freno a tan peligroso jueguito para el país.
No basta con organizar premiaciones, torneos de dominó y vitillas, se requiere de mucho más, es imprescindible que los clubes culturales asuman su responsabilidad de educar e informar a su comunidad sobre los graves problemas y las maneras de buscarles soluciones.
Es más que necesario organizar cadenas de lucha sobre objetivos específicos que vallan en beneficio de los pobres. ¿Y quién más que los clubes para dirigir estos movimientos reivindicativos?.
Los dirigentes clubísticos no pueden seguir dándoles la espalda a sus gentes. Es hora de que despierten del letargo en que se encuentran desde hace un largo tiempo.
Pero, también, las ligas de béisbol deben jugar su rol en estos momentos difíciles que estamos viviendo. No es sólo enseñar a los niños y adolescentes sobre la práctica del bate y la pelota.
No, es preciso además, que lo orienten sobre cuál debe ser el comportamiento que deben mantener para que mañana puedan ser hombres de bien. No pueden seguir educando a sus miembros de cómo deben agarrar un bate y como lanzar una pelota, eso sólo no sirve de nada para el futuro de la Nación.
Hasta la próxima, si Dios quiere.