Opinión

El Bulevar de la vida

El Bulevar de la vida

 El drama “… el gran drama de su ausencia, la tentación inapelable que es su piel”.

 J. Umbrales.

Casados en únicas nupcias y sin opción de olvido, así andamos dominicanos y haitianos.

Entreveraos en una sola isla y dos destinos.   

Reburujaos en una sola pena para dos culturas que lentamente irá fundiendo la pobreza compartida, los desengaños repetidos y el chantaje, el oportunismo, la politiquería barata y sin visión de patria, de políticos y empresarios de ambos lados de la frontera.                                                                                                                    Para nuestros fracasos, los dominicanos siempre hemos tenido la mar, al amado mar, el este pobre y su pública agencia de viajes “ilegales”. Por tener, tenemos a un tío en Boston, una hermana en New York, un amor en Madrid, ay. Pero, cuando los haitianos no puedan más con sus derrotas, su pobreza atea, su morir de siempre ¿adónde irán? ¿Dónde están yendo?

Cada vez son más, -y lo que es peor y más peligroso-, cada vez menos integrados, y cada vez más indispensables para la economía dominicana.

Ellos son -en el contexto sociopolítico dominicano- el proletariado sin derechos en un mundo que dio la espalda al socialismo REAL de las dictaduras.    Es el gran drama de la nacionalidad dominicana: Poseer un sector productivo que sólo es rentable gracias a la existencia de una mano de obra semiesclava y sin derechos; una clase política que debe ganar unas elecciones cada cuatro años y para lograrlo está dispuesto a pactar con el diablo si es preciso… y ha pactado.

Ha pactado, y por eso pasan los años y los gobiernos y todos han sido/son incapaces de organizar la migración haitiana, porque de la ilegalidad de esa mano de obra viven quienes financian campañas y algunos hasta tienen/compran jaurías mediaticas para ladrar por la labor. Mientras tanto, se pone de moda de parte de las mafias gubernamentales haitianas el irrespetar a los dominicanos con sus mentiras repetidas que tanto afectan nuestra imagen internacional. Gripe aviar en pollos y huevos, por decir.

El asunto es complejo y complicado, matizado de intereses, irresponsabilidades, traiciones y falta de conciencia nacional de más de uno.

A Dominicana, (o sea, a esta pobre nación aplazada ante la historia, vencida casi siempre en sus viejos reclamos), todo el mundo la irrespeta y abochorna. Unos lo hacen allá lejos, en el norte imperial o la vieja Europa saqueadora por ser  poderosos e imperiales. Otros, aquí mismo y aquí cerca, lo hacen por mafiosos y chantajistas.

Y hablo de políticos cuya única razón de ser son las victorias  electorales, y también de ciertos empresarios cuyo único Dios/Patria y Libertad es el monto de su cuenta, la contabilidad de una fortuna que, hasta ahora, es imposible llevarse al más allá. La vida es solo una y ahora.

Sé que estas reflexiones, -como los zapatacones, las corbatas anchas o las blusitas “bajaymama” ya no se llevan, (no están de moda)-, pero ¡qué carajos! Por qué no jorabarle el día a los señores tanto como ellos nos lo amargan a nosotros con sus desacciones y olvidos. Aunque lo admito: no conozco la palabra “patria”, no entiendo bien lo de la “nacionalidad”, no tengo claro qué es eso de “pais”, pero ¡Cuidado! daría feliz la vida por el barrio/los amigos/esa mujer/sus ojos/ aquella esquina, tres “frías”/ La Zona, o aquel bolero. “… dónde estabas tú cuando llego el amor… (…) Si esa es la historia de mi vida, le hago un honor a la verdad”

El Nacional

La Voz de Todos