Guagua voladora-
Cotuí, República Dominicana.- Llegué de Brasil y desde Santo Domingo fui a visitar mi gente y mi pueblo enganchada en una guagua voladora. En el camino, con la música a todo lo que da, me llené de bachata, merengues y otros ritmos nuestros que me hicieron revivir otros tiempos viviendo en mi país. Me trasladé a mis años de estudiante en la Uasd y mis constantes viajes de fines de semana de La Capital a Cotuí.

Cada canción me hacía recordar hechos distintos. Las salidas sabatinas de 8:00 a 10:00 al Gina, el Framboyán o al que fuera el bar del momento y aquellas fiestas que nos inventábamos buscando cualquier excusa para conseguir el permiso de los padres.

De golpe un tremendo frenazo interrumpió mis recuerdos. De prisa volví a la realidad cuando La guagua chocó con una ambulancia. Un tremendo remeneo y un gran susto me trasladaron de nuevo al aquí y al ahora. Por suerte fue un choque sin consecuencias importantes y de nuevo volvió la música a todo volumen.

Tuve suerte. El chofer no era de merengue de calle ni otros ritmos que me hacen doler los oídos. Aunque era un chico muy joven colocó música de los 80, los 90 y otros más recientes pero de buena calidad.

Cuando llegamos a Maimón el trayecto se hizo más lento. Comenzaron a pedir paradas los que viven en las afueras y recordé las muchas veces que me tocó sentarme en unos asientos que improvisaban en el pasillos y las tantas veces que tuve que pararme para dejar salir a los que se quedaban en zambrana, La Mina y otros puntos previos al parque central de Cotuí. A diferencia de mis años de estudiante, a poca gente conocía entre los pasajeros. Probablemente, de mis compañeros de viajes de antes, muy pocos usen ya ese tipo de transporte.

Yo, a pesar de las paradas, las esperas, la falta de lujo y confort, sin proponérmelo me sentí feliz en aquella pequeña guagua. Me encanta volver a mis orígenes y revivir otras buenas etapas de mi vida.