Opinión

Entre el cielo y tierra

Entre el cielo y tierra

Mary Leisy Hernández

Persiguiendo jaguares

Brasilia, Brasil. Indiferente a nuestras miradas, el hermoso jaguar pintado miró al horizonte. Despacio, buscó una sombra donde acomodarse y comenzó a bañar todo su cuerpo suavemente con su lengua.

Luego bostezó, se acomodó y se dedicó a dormir su siesta sin importarle que decenas de turistas lo observábamos. La escena la vivimos en el Pantanal de Brasil, el área pantanosa más grande del mundo, lugar ideal para observar animales en su habitad natural, una especie de enorme zoológico abierto en el que los animales viven en equilibrio ecológico perfecto.

Nunca vi tanta diversidad de animales en tan poco tiempo. Con razón la Unesco declaró este lugar como reserva natural mundial.

El canto y el colorido de los tucanes, las araras, papagayos y otras aves nos daban cada día los buenos días desde muy temprano. Muchos de ellos se posaban en los árboles próximos a nuestras ventanas y allí podíamos verlos todo el día.

Muy típico ver en El Pantanal una iguana tomando el sol en lo más alto de un árbol y luego escucharla cuando se lanza al agua. Igual, ver a los caimanes en diferentes posiciones: Caminando, nadando, descansando con su gran boca abierta o corriendo para no dejarse atrapar por un jaguar. Para lograr ver la mayor cantidad de animales debe estarse con ojos abiertos en todo momento, mirar hacia todos los lados: Sobre los árboles, el suelo, el cielo, las aguas… Nada puede preverse cuando se trata de observar animales en su habitad.

Te lo puedes encontrar cruzando una carretera, entre las ramas, descansando en medio del camino, en fin. Nosotros salimos a hacer una caminata en la noche para ver animales nocturnos y logramos ver búhos, zorros y mapaches. Igual, salimos muy temprano en la mañana para aprovechar el despertar de las aves y de camino disfrutar del amanecer. Una mañana anduvimos varias horas de caballo y sobre todo, anduvimos navegando. Fue navegando que logramos ver varias veces los jaguares, los capibaras, las nutrias y otros animales que disfrutaban su habitad indiferentes a nuestras miradas.

El Nacional

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