Opinión

ESTO PIENSO, ESTO CREO

ESTO PIENSO, ESTO CREO

Poco a poco, sin pausa, sin prisa, van cayendo

Porque…Todo tiene su límite.

La memoria, ese instrumento fabuloso que nos permite recordar cosas añejas y comportamientos que muchas personas desearían ver enterrados por siempre, es a la vez la que nos permite despejar pantallas para descubrir coyunturas y alianzas que,  en apariencia, no guardan relación alguna.

 Se apandillan para saquear y hacer cuantas diabluras les viene en mente y como algunos son desmemoriados se sienten dizque confundidos. Cuando estos personeros tienen el tupé hasta de demandar decoro, cosa esta que en su desgraciada existencia nunca la han practicado y mucho menos han estado cerca  de ella.

 Son los mismos que hacen el fuego para luego exigir la presencia de los bomberos. Diríamos sin mucho esfuerzo hasta catalogarlo como sabiamente dice el pueblo “un engendro de maco y cacata”. Hablamos de seres ponzoñosos, formados en medio de hogares tormentosos. Suelen ser los mismos que exigen un olvido radical para poder demandar decoro, mientras pretenden continuar con sus fechorías.

 Ese comportamiento es muy diferente al de los que  nacieron y se formaron como buenos ciudadanos. Podríamos decir como el buen vino, cuyo secreto viene dado desde la siembra de las uvas,  el cuidado y seguimiento correcto de todo el procedimiento, así como  las reglas establecidas, cuando en  verdad se quiere obtener un buen producto.

 Al igual que todos los que nacieron y se criaron como solo lo hacen los grandes, que nacen y desarrollan en un ambiente de dignidad y decoro, el que solo suele forjarse en el seno de una gran familia, sin que esta grandeza implique la opulencia de la fortuna material, como se suele en estos tiempos confundir la moral y las buenas costumbres, con el dinero o las efímeras posiciones sociales.

 Es el caso de aquellos formados dentro del peor ambiente en el cual se puede formar un ser humano y que el resto de la sociedad les ha dado por llamar “en el tigueraje”, o dentro del “esquema farandulero”. Debido a estas condiciones son seres llamados a llevar a cabo cualquier cosa, porque su corazón sellado por la maldad se atreve a cualquier cosa, ya que  desde niños pierden el miedo a la deshonra, porque la honradez nunca la han tenido y pasado el tiempo producto de su vida moralmente cuestionada, llegan a escalar, en base a dinero mal habido, posiciones importantes dentro de la sociedad, que supuestamente le dan categoría dentro de la misma pero, que aún con buena vestimenta, dinero y posición, continúan siendo las mismas lacras de siempre, ya que nunca pueden desprenderse del estercolero del cual provienen.

 El tipo de personas a las que me refiero es aquella que como dijo Hesíodo, lleva a sus espaldas una mala reputación que en verdad es una carga, ligera de levantar, pesada de llevar y difícil de descargar.

 Lo que me recuerda esos chismes de patio,  referentes a todas aquellas mujeres de la mal llamada vida alegre, de la vida fácil y que solían llamarle meretrices, que después de haber sido “honradas”, es decir de haber sido desposadas o mudadas por alguno de sus clientes o amantes, al pasar del tiempo, adquirir dinero y posición social, como por arte de magia, el manto del olvido cae sobre ese pasado, convirtiéndolas en grandes damas de bombos y copetes a todas esas señoronas, llegando así a ser las que llevan la voz cantante a la hora de hablar sobre decencia y moral y que aquellos que la conocieron en su otra vida, solo atinan a decir ¡abrase visto cosa igual!

 Es muy parecido a lo que acontece con políticos, militares, funcionarios, banqueros, periodistas, analistas, leguleyos, curas, secretarios apolillados  y casa cambistas,  que el poder les obnubila su gran o escaso entendimiento. Se llegan a creer seres omnipotentes y eternos, pudiendo reunirse, negociar, compartir y pavonearse muy seguros de su autarquía exhibida ante quien sea y donde sea, hasta un momento, hasta el momento en que sale a flote toda la verdad, toda la podredumbre.

 Entonces, reniegan a viejas amistades, contertulios y camaradas de fechorías, como cuando judas negó conocer a Jesucristo, o  como haber leído esos libros prohibidos que nadie jamás confiesa haber visto. En fin, es como si al estar ante el espejo, de repente quisieran reflejar la imagen que nunca tendrán.

 Pero “no hay plazo que no se cumpla ni deuda que no se pague” y por más que nieguen y renieguen, saben que esa fatídica noche estuvieron ahí y a fuerza de dinero, presión y mucho descaro lograron esfumarse, aunque ni cuenta se darían después de tantas horas disfrutar de las buenas bebidas, “estrellas posadas en los hombros” y féminas especiales para pasar a flor de piel la buena velada de esa noche.

 Pero a todos les llega su momento y esto con conocimiento de causa se les digo, que venía, aunque no son todos los que están. Mientras tanto los demás,  de seguro que están tomando lomotil y su ánimo está como paloma en zinc caliente. ¡Pa´lante! ¡Si señor!

El Nacional

La Voz de Todos