Danilo Arzeno: un anfitrión de lujo
El locutor Danilo Arzeno, residente en Puerto Plata, la llamada “Novia del Atlántico”, es un anfitrión de altos quilates, como pude comprobar en la reciente visita que realicé a la zona del norte del país. Allí tiene con su esposa, doña Marcia Brugal de Arzeno, una mansión donde tratan a sus visitantes de manera esmerada y única, y donde no escatiman esfuerzos en manifestar su posición contra el maltrato a los animales.
Arzeno nació en enero de 1941 y ha publicado cuentos y poemas que han tenido amplia difusión en la prensa local y nacional, pero su principal actividad es la de locutor profesional, dando sus primeros pasos en La Voz del Atlántico, en 1959.
En el aspecto revolucionario de su persona, Arzeno formó parte del movimiento antitrujillista 14 de Junio en la clandestinidad, pero cayó preso por portar pancartas que decían “Abajo el tirano” y “Que muera el tirano”.
En 1964 se afincó en Santo Domingo, después de trabajar en Radio Santiago Ondas del Yaque y como locutor comercial de la cadena de las Aguilas Cibaeñas, participando activamente desde el micrófono y en las trincheras en la guerra de abril de 1965.
Fue uno de los primeros miembros del Círculo de Locutores Dominicanos, primer director de su biblioteca y segundo presidente de La Cabina de la Fama. Su labor profesional fue reconocida con el trofeo El Dorado como mejor maestro de ceremonias.
Arzeno, como la gran mayoría de los dominicanos, es un enamorado eterno, como lo ha demostrado a través de las ondas hertzianas y en escritos que han quedado para la historia.
Por supuesto que el objetivo de su amor es su esposa, Marcia, con quien procreó dos hijos: Adolfo Alexander y Gloria Beatriz, fallecida en el año 2006, y lo gritó a los cuatro vientos a través de escritos en prosa y poesía. Igualmente, su amor por su Puerto Plata natal no tiene parangón, como lo dejó plasmado en “Yo soy puertoplateño”.
“No lo he olvidado jamás”, dice en uno de sus versos. “Por el contrario, lo quiero hoy, lo quiero mucho más.
“Mi pueblo tiene paisajes/ amor y cariño eternos./ ¡Yo sí me siento orgulloso/ porque soy puertoplateño”.
