Opinión

Islario

Islario

Hágase usted el desentendido y cruce a nado la amargura.  Aproveche de que en estos días iniciales, las lágrimas están escasas, puesto que el alza en el Mercado de Pesares, ha dado pie a que cada vez más almas, opten por dejar escapar una blasfemia, que dicha en el lenguaje de mi abuela Tatá, no es más que un bendito y bien vociferado San Antonio.

Póngase en ambiente, y elévese con los ojos cerrados hasta la vía más expedita del mundo. Esa que no es otra sino, la que mejor nos conduce al corazón del otro.

Con el alma hecha una fábula de ensueños, déle a sus órbitas encantadas la mansedumbre de un gorrión, y fíjese en lo hermoso que le depara el día, con el silencio de sus cosas a flor de espera.

Déjese tentar por la imaginación, y recupere en la memoria la frescura de su hasta ahora olvidado nacimiento. 

Disfrute de nuevo el grato sabor a nata que invadía su infancia, y contémplese orondo, nueva vez, en aquel espejito que por primera vez le devolviera su desnudez; henchida de temores y fragancias.

Haga la cama y recueste su esperanza.

 Haga un inventario de las maravillas secretas que le hacen único. 

Dígale a la noche que está preparado para amar mejor, y para sentir la magia de la fiesta iluminada por las constelaciones.

Póngase a cantar la serenata que usted se merece, y no le dé cabida al desespero, que como usted sospecha, es la angustia de las insatisfacciones, la pequeña y única fortuna de los que intentan a diario apagar el fuego de su anhelado resurgimiento.

 Revolucione su interior.  Hágale ver al mundo la noble catadura de su verdadera esencia. Sea testigo de cómo la senda de los nuevos amaneceres le devuelve el brillo a su mirada. Recuérdele a su semejante que los que transcurren son días de hacer para ser mejor. 

No pierda las horas en vaguedades ni en miserias ajenas de ningún tipo.  En la casa, revuelva todo lo derecho al revés. Es hora de transformar y desinfectar el entorno de pobrezas. Acaricie los objetos que lo definen y complementan. No hay nada como un espacio propio para conjurar desdichas y cotejar o reorientar apremios.

 Hágase el loco y no mire atrás, que si lo piensa bien, el año que pronto inicia es el idóneo para conspirar contra el servilismo, la dejadez, la soberbia, la desesperanza, la decepción, la nostalgia, la abulia, el desespero… y demás yerbas aromáticas.

El Nacional

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