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La fiebre del oro llega al río Manoguayabo y todos buscan pepitas

La fiebre del oro llega al río Manoguayabo y todos buscan pepitas

Desde muy temprano en la mañana, el zumbido de los muflers de decenas de motores y el rugir de grandes camiones volteos irrumpen la tranquilidad y el silencio en la ribera  del río Manoguayabo, exactamente en la  comunidad Lechería.

Y no es para menos, ya que esta parte del río proporciona el sustento a tres de tipos hombres, que como si se tratara de una empresa  donde sin tener que ponchar entrada y salida trabajan de Sol a Sol.

En primer lugar están los hombres hormigas, llamados así ya que de manera individual y a acompañado de una pala, se pasan el día haciendo pequeñas lomas de arena, que luego venderán al granel a los camioneros con lo que hacen negocios.

Los  individuos de los   camiones volteos, que de manera pala a pala, los llenan, ocupan el segundo lugar, y el tercer lugar es ocupado por los denominados “Mineros” ya que es un grupo de hombres y mujeres que dedican todo el  día a la búsqueda de oro. Sobre estos últimos son de lo que hablaremos.

La endémica fiebre del oro en busca de fortuna o debido al desempleo y la falta de oportunidad, ha sido uno de los modus vivindis de los asentamientos en los alrededores de los principales ríos de  República Dominicana, desde los tiempos de la colonia.

El oro aluvial como se le llama al procedente de los lavaderos o ríos a pesar de ser importante generador de medio de subsistencia, no produce ni riqueza, ni estabilidad económica de manera sistemática, debido a que su búsqueda se hace de forma muy rudimentaria y por ende interviene un alto grado del factor suerte en su obtención.

Bajo el ardiente  sol, del un mediodía del mes de mayo, catorce hombres y dos mujeres (los mineros) buscan oro con un alto grado de dificultad y de manera muy arcaica  en una especie de laguna dejada por los depredadores de ríos en la orilla del Manoguayabo.

Estos hombres, unos semidesnudos, otros vestidos con ropas ligeras y gorras equipados con palas, picos y bateas de madera de forma circular, realizan un duro trabajo de excavación, selección, lavado y bateo, para separar la arena y grava dejando sólo en el embase el material mas pesado, en este caso el preciado oro. A este procedimiento que se hace una y otra vez durante al menos ocho horas se le llama batear.

Para Sandra López de 47 años y su esposo Laíto, la búsqueda de oro en este río por más de cinco años ha sido el sustento de su casa.

Desde la 7:40 de la mañana y hasta la 5:00 de la tarde  se la pasan en su faena, tomando  descanso para comer o hacer alguna necesidad. Sin embargo los días pueden ser malos o normales, nunca excepcionales.

“Hay días que uno puede encontrar algo, otros no. Un día normal cuando conseguimos algo lo llevamos a un sitio que lo pesan en una de esas cosas de pesar drogas y me lo pagan a mil 600 pesos el gramo” según López.

En un depósito aluvial, la mayor concentración de oro libre se encuentra por debajo o en medio de las gravas gruesas y en mayor cantidad debajo de los bloques grandes.

El origen de esta acumulación se debe a los procesos de concentración mecánica producida por acción combinada del agua y de la gravedad, también las lluvias ocasionando gran movimiento entre los sedimentos que son arrastrados con facilidad desde las montañas durante la crecida de los arroyos hasta ríos y mares.

El oro es un metal muy denso, blando y de color amarillo intenso. Este mineral se clasifica como metal pesado y noble, en el comercio es el más común de los metales preciosos. Cerca de tres cuartas partes de la producción mundial del oro se consumen en joyería. Sus aplicaciones industriales, especialmente en electrónica, consumen una mínima parte, y las otras partes se usan entre los empleos médicos y dentales, acuñación de monedas y reservas para gobiernos y particulares.

La popularidad de este mineral es  que es el mejor conductor eléctrico de todos los metales, pero quizás lo que hace que su valor sea alto radica en la relativa poca cantidad que hay en el mundo, sumado a su carácter estético y exclusividad son los otros  ingredientes para que se convierta en una de los metales precioso más caros del planeta.

EN NÚMERO

80 mil metros

Una onza de oro puede ser estirada hasta llegar a convertirse en  un hilo de 80 mil metros de largo.

El Nacional

La Voz de Todos