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La magia del violín

La magia del  violín

El violín ha sido descrito como la estrella indiscutida y dominante de la orquesta sinfónica, y sus posibilidades son consideradas casi infinitas.
Músicos y musicólogos lo consideran como el amo del virtuosismo, campo en el cual solo tiene al piano como rival.

Sus grandes recursos técnicos lo han convertido en el instrumento de cuerdas por excelencia.
Mientras el resto de los componentes de la orquesta han sufrido transformaciones antes de alcanzar su forma definitiva, el violín nació casi perfecto hasta el grado de que ya lo era en el siglo diecisiete.
Esa característica determinó que ocupara en la orquesta un puesto irreemplazable de primer plano.
Desde los orígenes de la familia musical los maestros le confiaron las partes de mayor relieve y responsabilidad.

Los compositores han escrito un repertorio extremadamente rico para el violín, y en el género sinfónico abundan sus grandes intérpretes.

El Concierto en Re mayor para Violín y Orquesta Opus 61 de Beethoven, asumirá un rol protagónico el día 5 del mes de septiembre en el segundo espectáculo de la Temporada 2018 de la Orquesta Sinfónica Nacional.

En la Sala Carlos Piantini del Teatro Nacional el maestro dominicano Santy Rodríguez conducirá la orquesta para acompañar al destacado violinista puertorriqueño Omar Velázquez en la bella creación del genio alemán.

Esta obra tuvo una accidentada historia casi novelesca, uno de cuyos personajes fue el talentoso y vanidoso ejecutante del instrumento Franz Clement.

Este decidió realizar un acto musical benéfico y le pidió a Beethoven que compusiera un concierto para violín que él interpretaría.

Este lo había visto actuar con trece años de edad comprobando su talento, y lo admiraba y respetaba, y accedió a la petición.

Beethoven no era violinista, por lo que confió en la habilidad y experiencia de Clement para la parte práctica de la composición, la cual como era su costumbre, concluyó poco antes de su estreno.
No hubo casi tiempo para ensayarla, y sólo la aguda memoria del violinista permitió que pudiera estrenarla, pero seguro la ejecución no resultó convincente.

A lo que también pudo haber contribuido el hecho de que el solista tocó por vanidad una sonata suya entre el primero y segundo movimiento.

La reacción del público fue fría, debido a que el concierto era más largo y complejo que cualquier otro anterior para violín.

Un año después se interpretó con éxito moderado, pero en los treinta siguientes sólo fue ejecutada unas seis veces.

Y no fue totalmente apreciada hasta que el violinista norteamericano Joseph Joachim la ejecutó con 13 años de edad en 1844 dirigida por Félix Mendelssohn.

Desde entonces el concierto forma parte del repertorio de todos los virtuosos del violín.
La Primera Sinfonía de Beethoven forma parte del Segundo Concierto, una obra que la crítica consideró que mostraba notable influencia y parecido con las de su maestro Franz Joseph Haydn.

Las relaciones entre ambos compositores mantuvieron cierto grado de tensión, y Beethoven opinaba que su profesor lo envidiaba.

En esa velada competencia, Beethoven tras estrenar su Sinfonía número 1 no vaciló enfrentando al considerado entonces el más grande compositor viviente.
Pero sabía que no habría logrado un ingreso tan promisorio en la sinfonía sin conocer las destrezas en ese campo de Haydn.

Sin el fuego ni la pasión desbordante de su Sinfonía Heroica, en la primera mostró desde su estreno una visión demasiado novedosa y revolucionaria de la música.

No la inició en el tono indicado de Do mayor, sino con un esbozo de Fa mayor, colocó parte de la orquestación con cuerdas en pizzicato, lo que unido al hecho del incremento dramático de la obra, motivaba que el minué se apartara de ella.

Comparada esta sinfonía con las últimas de Haydn vemos las iníciales diferencias básicas entre la música clásica y la romántica.

La obra que dará inicio a este concierto de temporada es la Obertura Las Hébridas o La cueva de Fingal, de Félix Mendelssohn.

Este compositor comenzó joven a viajar por varias naciones plasmando en obras musicales sus impresiones sobre las tierras que visitaba.

Tras visitar Escocia empezó a bosquejar lo que 13 años después sería su Sinfonía Escocesa, y en Italia inició la Sinfonía Italiana.

En Escocia visitó las Islas Hébridas donde escribió el tema principal de su obertura, pieza de la cual escribió tres versiones totalmente diferentes.

Cuando concluyó la obra fue calificada de bellamente evocativa, porque sus variaciones y arpegios sugieren el sonido del viento y las olas que impresionaron a Mendelssohn en la Cueva de Fingal.
La Fundación Sinfonía, el Ministerio de Cultura y el Teatro Nacional continúan con la unión de sus aportes para el éxito de las temporadas sinfónicas en el país.

El Nacional

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