Opinión

La nueva JCE

La nueva JCE

El informe de la Misión de Observadores Electorales de la OEA sobre las pasadas elecciones confirma lo que igualmente otros observadores internacionales expresaron: Las elecciones del 15 de mayo de 2016 han sido las más cuestionadas desde el 1994, implicando un profundo retroceso institucional en nuestro régimen electoral y en la ya herida y golpeada democracia.

Muchos meses antes del proceso, desde la oposición, advertimos que sin garantías electorales las elecciones serían injustas e inequitativas, toda vez que el presidente Danilo Medina impuso la reelección a un precio muy alto, y sin ninguna restricción en el uso de los recursos públicos en la campaña electoral. Hoy, ya vemos como el alto costo de la vida sube en detrimento del bolsillo de los dominicanos para satisfacer la insaciabilidad inaudita del gobierno.

Conscientes de que el PLD tiene el control absoluto de los poderes del Estado, pudiendo aplicar mayorías mecánicas para imponer sus designios, el rol de la sociedad civil ha sido vital para alertar al país sobre la necesidad de fortalecer la institucionalidad democrática y restablecer el equilibrio de los poderes, de manera especial en la Junta Central Electoral, Tribunal Superior Electoral y las Altas Cortes. De igual manera, la oposición se ha unificado en torno a estos propósitos.

El PLD cometería un craso error si no entiende el momento en que vive el país. No necesitamos imposiciones de las mayorías, sino un proceso de diálogo y de consenso para legitimar las instituciones electorales y mejorar las leyes político electorales.

El escenario de que las primarias de los partidos y las elecciones de 2020 sean organizadas por autoridades que no gozan de la credibilidad y la legitimidad de la oposición y la sociedad civil es un camino que no deberíamos correr. Al contrario, hay que evitarlo.
La mayoría del PLD, tarde o temprano, va a desaparecer, como ya ha ocurrido en varios países de América Latina, y en ese momento tendrá que asumir la responsabilidad por las decisiones que hizo abusando de su mayoría circunstancial.

En democracia, todas las mayorías son circunstanciales, pese a que los oficialistas les cueste entender esta gran verdad.

Por tanto, ninguno de los miembros titulares de la actual JCE ni los actuales jeuces del TSE pueden ser ratificados en sus posiciones, o cambiados de posiciones, vale decir, del TSE a la JCE, y viceversa. El meollo de esta coyuntura pasa por velar porque los nuevos integrantes de la JCE no tengan color partidista, sino que se caractericen por su experiencia, formación y plularismo.

El Nacional

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