El Departamento de Estado, en su reciente informe, pintó un cuadro revelador de la dimensión de la corrupción en el Gobierno de Leonel Fernández, concluyendo que el latrocinio impide y dificulta la lucha contra el narcotráfico. Tras tildar de endémica la corrupción imperante en el país, el organismo estadounidense se queja de que las autoridades criollas son tolerantes.
Los casos de corrupción en los dos últimos gobiernos del PLD son tan alarmantes que el Papa Benedicto XVI, en una ceremonia de entrega de credenciales, reclamó al presidente Fernández una fuerte determinación para erradicar definitivamente la corrupción, que conlleva tantos sufrimientos, sobre todos para los miembros más pobres e indefensos de la sociedad.
El PRD presentó, hace poco, pruebas fehacientes de centenares de acciones corruptas de funcionarios del gobierno que se han tragado 544,276 millones de pesos, un promedio anual de 78 mil millones, durante siete años.
En el primer cuatrienio del PLD, el exfiscal Guillermo Moreno intentó someter a dirigentes peledeístas por irregularidades, y el gobierno le respondió con su cancelación. Algo similar ocurrió con el doctor Pedro Justo Castellanos, quien era director del DEPRECO y se vio compelido a renunciar al encontrar obstáculos en la labor de prevenir y combatir la corrupción.
Los sacerdotes que pronunciaron las Siete Palabras censuraron con acritud al actual gobierno, coincidiendo en destacar que los funcionarios deberían sentarse y repartir con buena conciencia los fondos mal habidos, lo que daría para sacar a todos los pobres de los barrios y hacer que vivan decentemente.
En el gobierno de Hipólito Mejía hubo aislados casos de corrupción, cuyos autores fueron destituidos y llevados a la justicia. De ahí que los dominicanos desean un cambio en la conducción de la cosa pública para eliminar los filtros del enriquecimiento ilícito.
